Con 44 años de discipulado misionero en la música, inspira respeto y admiración en las nuevas generaciones de cantautores católicos
Martín Valverde Rojas lleva 44 años de discipulado misionero en la música. Solo nombrarlo es sinónimo de respeto y admiración de las nuevas generaciones de músicos católicos. Nació el 19 de enero de 1963, en Costa Rica, pero desde 1985 reside en México, que considera su segunda patria.
“Nadie te ama como yo” (2001) es el tema que ha marcado su carrera musical, amén de otros hitos como su participación en la canonización de los mártires mexicanos, en 2000, cuando cantó en Plaza de San Pedro ante el hoy san Juan Pablo II.
En diciembre de 2017, fue galardonado por la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes (AIE) y la Federación Iberolatinoamericana de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes (FILAIE) por su amplia trayectoria profesional y su impacto en la evangelización a través de la música.
Creó “Producciones Dynamis”, una empresa de laicos católicos que promueve y asesora a otros músicos católicos, y ha fundado el Centro de Formación Martín Valverde junto a su familia para promover valores. Habló con Vida Nueva sobre el futuro de la música y cantantes católicos.
¿Cómo ve el panorama actual de la música católica y de toda esta industria en la actualidad?
El abanico de riqueza en lo que corresponde a la música católica en específico, es muy amplio: Liturgia, adoración, alabanza, catequesis. En mi caso, hablo de lo que a mí corresponde, que es el área de la Evangelización como tal.
Mi respuesta va directamente conectada al panorama de la Iglesia como tal. Soy y pertenezco a la camada de músicos y comunicadores que somos resultado de haber sido evangelizados. Lo que nos pescó fue Jesús y su buena noticia, y de paso traíamos algún instrumento al hombro que llegó con nosotros.
Hago a veces la broma de que Jesús no me contrató, de haber sido solo eso tendríamos serios problemas sindicales. Lo que me queda claro es que Jesús me salvó y de ahí mi vocación y mi llamado.
Por lo mismo, soy un convencido de que si la Iglesia (hablo de todos los que la formamos, o sea, en términos sinodales) deja de evangelizar, (con todo lo que esto implica), no solo nuestro trabajo deja de funcionar, sino que se cierra la llave del Cielo para levantar a nuevas generaciones con ese claro llamado.
¿Sigue siendo sostenible?
El camino de profesionalizar el trabajo, sin perder la esencia misionera es un doble filo muy fino, pero que con toda la claridad en los términos, no solo se puede hacer, sino que ayuda a poder seguir haciéndolo.
La crítica no ha sido menor, pues se puede pensar que hacemos un negocio con las cosas de Dios. Cuando la buena administración conlleva hacer buenos negocios para las cosas de Dios. Está el caso de que no pocas veces habrá lugares, comunidades o instituciones que no pueden pensar en organizar alguna actividad, por lo que una buena administración puede, sin problema, hacer que podamos patrocinar el evento.
Durante muchos años, para dar un ejemplo, un libro de contexto católico, mezclaba buen contenido con una pésima portada o cubierta. Eso ha cambiado con el peligro de irse al otro extremo, sin duda, y de remate el concepto de ‘gratis’ dificultaba el organizar cosas con la calidad mínima requerida.
Como sea, soy un convencido de que la sobrevivencia de todo este formato y proyecto está directamente ligado a la acción de Evangelización por parte de La Iglesia.
Modas van y vienen, y en estos 44 años de apostolado me ha tocado ver subir y bajar a muy diferentes proyectos, en varios países y culturas, donde la buena intención no fue suficiente.
Se sigue cumpliendo aquello de ‘muchos los llamados…’ y los que seguimos en esto todavía es por pura Gracia de Dios.
La indicación de S. Juan Pablo II permanece, “evangelizar con nuevos medios, nuevo ardor y nuevas expresiones”. Más que ver si en la actualidad aún funciona, nos toca actualizarnos para llevar el mensaje (sin negociarlo) a más personas. Si hacemos esto, seguirá siendo sostenible,y más allá creíble.
¿Cuál cree que es el mayor aporte de la música católica latinoamericana y de sus cantantes a la Iglesia universal?
Dejando en claro lo que comenté en la primera pregunta sobre la riqueza de la música. Pienso que el aporte (en mi área, la de evangelización) es mostrar que tenemos qué decir, y cómo decirlo.
No somos bichos raros, somos parte del gremio – de hecho mi amistad con amigos músicos de otras expresiones es real y muy enriquecedora–, uniéndonos curiosamente la música junto a la coherencia con lo que cantamos.
Hemos pasado a ser una opción real, no la única, pero ya con nuestro lugar en la historia de la música de nuestros países para varias generaciones.
Uno de mis mejores recuerdos y satisfacciones personales es ver uno de mis discos en la colección de CDs de un querido amigo muy bohemio, justo a un lado de un CD de Pink Floyd.
Nos tocó ser pioneros en el área, dejando claro que más que cantar música católica, soy un católico que canta música, teniendo muy claro el término universal de nuestra Iglesia.
¿Cuáles son los desafíos actuales en la industria musical católica: cantantes, productores, compositores, en tiempos de la inteligencia artificial?
Lo primero es no bajar la guardia, pues ninguna inteligencia le puede llegar a la inteligencia espiritual. Esa tiene derecho de denominación de origen.
Por otro lado las luchas y batallas de muchos con respecto a la inteligencia emocional y sus batallas del alma, están y seguirán con necesidad de ser atendidas, y ese sigue siendo nuestro campo en especial.
Alguna vez un productor musical en Nueva York me decía que hacer una buena producción es como pintar un avión, pero con un pincel. Por eso, pienso que la parte artesanal debe de estar en la ecuación siempre, pues ese sello supera cualquier imitación de lo original.
Sin duda, nos sorprenderemos de lo que la IA puede hacer, pero hay cosas que no podrá imitar en lo esencial, o igualar en los resultados. Santa Claus o Papa Noel es publicidad, el Niño en el Pesebre, es la Navidad.
Aquel pasaje que dice ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí’, es un filtro total para lo de la IA. Creo que podría actualizar con algo como ‘este pueblo me honra con sus algoritmos, pero el ritmo de su corazón está lejos de mí’.
Finalmente estoy cierto, que un factor no menor en todo esto, es pasar de la competición a la colaboración entre nosotros. No todos hacemos lo mismo, por más parecido que sea, ni lo hacemos igual. Por eso insisto en la inteligencia espiritual y su Dador, que son los únicos capaces de hacernos pescar en Red y no con caña artificial.
Llevamos dos mil años viendo cómo Dios sigue venciendo a la inteligencia del mal,que no es nada artificial por cierto y eso no va a cambiar. Sigan componiendo, sigan produciendo, sigan creyendo en lo que hacen, y que todo sea, como lo indicó Pablo, para lo Gloria de Dios.
Si Dios nos da una canción y una letra, significa que en algún lugar hay un corazón necesitando escucharla, del resto se encarga Él personalmente.