Los pueblos de Ecuador “están despertando” ante el “terrorismo económico” de Noboa

  • El misionero vasco Txarli Azcona denuncia que el Ejecutivo “quiere reformar la Constitución” para concentrar “todos los poderes”
  • Con el fin de servir al “extractivismo”, pues “somos una colonia de EE.UU. y respondemos a las directrices del FMI”, se persiguen “todos los derechos”
  • Para el capuchino, el de los indígenas es “un levantamiento por la vida, la democracia y los derechos fundamentales”
  • Lamenta que el presidente comulgue en público: “Despierta, Iglesia, despierta, y deja los privilegios que te dan los poderosos”

Protestas indígenas en Ecuador

Después de 31 días de paro nacional, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), principal organización que aglutina a los pueblos originarios del país latinoamericano, ha cesado en su protesta contra el Gobierno de Daniel Noboa. Aunque el clima sigue siendo de máxima tensión después de que el Ejecutivo anunciara que eliminaba las ayudas para el pago del combustible. Una medida controvertida que ha ocasionado fuertes manifestaciones, reprimidas con dureza por las autoridades. Hasta el extremo de que se decretó el estado de emergencia en diez de las 24 regiones.



En conversación con Vida Nueva, el misionero vasco Txarli Azcona, franciscano capuchino que lleva 40 años en Ecuador y que actualmente está destinado en el Vicariato Apostólico de Aguarico, muestra su hondo sufrimiento: “Nos duele la realidad en Ecuador, donde hay un Gobierno que gobierna con mentiras, que no respeta la Constitución, que ha declarado un estado de guerra y que difunde miedo y clientelismo. Eso no es justicia ni defensa de los derechos, sino un reparto de dádivas que es puro cuento porque luego las retiran”.

Ausencia total de servicios

Como detalla, “la situación es muy complicada. Aumenta el IVA, el precio de la gasolina y, en general, todo sube. No hay trabajo, no hay educación de calidad, los hospitales no tienen medicinas y se caen, la seguridad cada vez es más precaria, las carreteras están inservibles, no hay escuelas, los despidos son continuos… Hace poco, estuvimos 14 horas diarias sin electricidad”.

Por si fuera poco, “aunque se hacen consultas sobre proyectos mineros, son ‘mañosas’, pues la gente ha dicho que no quiere el extractivismo, pero luego no se cumplen. De hecho, ahora mismo, el Gobierno está preparando una consulta para ir un paso más allá y poder acumular todos los poderes. Quieren reformar la Constitución y quitar todos los derechos conseguidos por la gente y los propios de la naturaleza y de los pueblos, para dejar campo abierto al extractivismo petrolero y minero”.

Frente a esta deriva, “los pueblos han dicho que no quieren la contaminación del agua ni la minería en los territorios, pero esta se está imponiendo a través de un Estado que se vale del autoritarismo. Somos una colonia de Estados Unidos y respondemos a las directrices del Fondo Monetario Internacional. Y esto se lleva a la práctica con la persecución, la violación de los derechos humanos, el racismo”.

Falta de ética

Si bien “creíamos que ya estábamos en un Estado plurinacional, ahora se quiere imponer uno que, con falta de ética y sin respetar la Constitución ni a los diversos poderes, incurre en la violación constante de la ley, en la compra de conciencias y en toda la corrupción de los estamentos que están en torno al Estado”.

En este sentido, para Azcona hablamos de “la corrupción de la policía, de los militares y de los medios de comunicación, que difunden unas narrativas que sostienen que todo está bien y nos hacen creer que las mentiras son verdad. Estamos en un país en crisis y donde no se respetan la Constitución ni la ley. Hasta el punto de que los organismos que tienen que garantizar su cumplimiento son sumisos al Estado”.

Protestas indígenas en Ecuador

Protestas indígenas en Ecuador

Como observa el misionero vasco, “el pueblo cada vez es más pobre. Y todo por el clientelismo del Estado, que compra a la gente por unas pequeñas dádivas. En cambio, cuando se requiere justicia y el Estado debe cumplir con los derechos de las personas (con el derecho al trabajo, a la educación, a la salud), nos encontramos con que la gente se muere de hambre”. Lo que ilustra este dato: “Un millón y medio de ecuatorianos vive con un dólar al día y cinco millones con tres dólares. No hay trabajo, no hay educación, no hay salud”.

Derecho a la resistencia

Así, el paro, tan necesario, lo ha sido “por la defensa de la vida. La gente ya no aguanta más y ha practicado el derecho a la resistencia. Necesitamos a un presidente y un Gobierno que den soluciones y que gobiernen para todos los ecuatorianos, no solo para la familia del presidente y las grandes corporaciones”.

Y es que “solo queremos que se respete la Constitución, las instituciones del Estado, la democracia y los derechos de las poblaciones. El Gobierno sigue en campaña permanente. Es un Ejecutivo de corte autoritario, con estrategias de estado de guerra, con estados de excepción permanentes y con la práctica de un terrorismo económico sobre una sociedad empobrecida. Los derechos de las poblaciones y de la naturaleza son vulnerados constantemente”.

A diario, el capuchino comprueba desgarrado cómo “los medios y el Gobierno nos dicen que todo está bien, que hay un gran crecimiento económico, que se ha combatido la delincuencia, que hay un avance de la megaminería… Pero la realidad es que tenemos un país militarizado y estamos ante el año más violento, con 7.000 muertos. Ante el derecho a la resistencia, nos encontramos con una brutal represión y con la violación de los derechos”. En esta crisis, “llevamos tres muertos, 130 detenidos, 400 heridos… Y hay desapariciones forzadas y secuestros. Además de que el crimen organizado está sin control”.

Militarización de la sociedad

En el fondo subyace “la militarización de la sociedad para imponer la minería y el extractivismo, el apoyo a la gran empresa que quiere asentar el trabajo por horas y dar paso a la privatización, el apoyo a los bancos… Todo para, a su vez, acabar con las cooperativas de ahorro y con la menor inversión en la salud, en la educación, en el buen vivir. Quieren acabar con la Constitución que defiende los derechos de los pobres y de la naturaleza y quieren imponer una nueva Carta Magna que satisfaga un campo libre para los negocios y los intereses de las oligarquías”.

Txarly Azcona, misionero capuchino en la Amazonía ecuatoriana

Txarly Azcona, misionero capuchino en la Amazonía ecuatoriana

En medio de todo esto, “vemos como positivo que los pueblos estén despertando ante este clima de miedo, militarización y persecución. Ante ello, la gente está ejerciendo el derecho a la resistencia para defender la educación, la salud, el trabajo y la vida. Ya no soporta la corrupción y la miseria. Es un levantamiento por la vida, la democracia y los derechos fundamentales, incluidos los de la naturaleza, los pueblos y el buen vivir. Puede ser un momento muy importante para unirnos todos los hombres y mujeres de buena voluntad”.

A nivel personal y de fe, él vive estos días como “un llamado a la conversión y a la opción por los pobres, volviendo a las raíces cuyo camino nos enseñaron el Concilio y todas las asambleas latinoamericanas. Defender la vida, los pueblos y la Amazonía es nuestra tarea frente a un Gobierno que quiere arrasar todo con su extractivismo”.

“A veces permanecemos callados”

Aunque, como lamenta, “como Iglesia, a veces permanecemos callados”. En ese sentido, le duele en el alma ver cómo estos días “se ha podido ver al presidente Noboa comulgar públicamente, en Atacumba y en Quito. Algo utilizado por los medios para vender esa figura de un católico practicante. Todo ello mientras este califica a los manifestantes de ‘terroristas’, ‘narcotraficantes’ y se niega en redondo a dialogar con ellos, ofreciendo por toda respuesta una persecución brutal”.

Como deplora, “la Iglesia no se siente ofendida por esa práctica de adorar a Dios en la eucaristía y, acto seguido, masacrar, perseguir, estigmatizar, ofender y matar a los manifestantes. Al Cristo que está entre los pobres, los excluidos, los campesinos, los indígenas y los que reclaman una vida digna”.

Mientras que los abajados por la injusticia social “no pueden vivir y luchan por la vida”, se topan con que “la Iglesia apoya las marchas de la paz, pero luego no exige esa paz con justicia, respeto, cuidado de la vida y la naturaleza”.

De ahí su aldabonazo final, mucho más que un ejercicio de autocrítica: “Despierta, Iglesia, despierta. Deja los privilegios que te dan los poderosos y acoge al Cristo crucificado en la realidad escandalosa y lacerante de Ecuador. Conviértete y sirve al Jesús encarnado, al Cristo del Evangelio. Sé profeta y servidora del Evangelio. No se puede servir a Dios y al dinero”.

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