Vaticano

León XIV a los universitarios: “La vida solo es vida si está en camino”

| 27/10/2025 - 18:49

“El gesto de quien educa es levantar al otro, ayudarlo a ponerse en pie como hizo Jesús con la mujer encorvada”, ha dicho el Papa en la misa de inauguración del Jubileo del Mundo Educativo





Este lunes, el papa León XIV ha presidido en la Basílica de San Pedro una misa con los estudiantes de las Universidades Pontificias, un encuentro que, en el contexto del Año Jubilar, el Pontífice definió como “un don que no podemos dar por sentado”. De hecho, con esta misa ha dado inicio el Jubileo del Mundo Educativo, que se celebrará hasta el próximo 2 de noviembre.



“La vida solo es vida si está en camino, solo si sabe dar pasos, es decir, si es capaz de vivir la Pascua”, afirmó el Papa al comenzar su homilía, invitando a los jóvenes a redescubrir la fe como un proceso constante de conversión. “La Iglesia necesita ir siempre detrás de Jesús, sin vacilaciones y sin la tentación de adelantarlo. Está siempre necesitada de la Pascua: de pasar de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida”.

“La gracia del estudiante es una mirada amplia”

León XIV centró su mensaje en los universitarios, profesores e investigadores presentes: “¿Cuál es la gracia que puede tocar la vida de un estudiante, de un investigador, de un erudito? La gracia de una mirada de conjunto, una mirada capaz de abarcar el horizonte, de ir más allá”.

Así, y hablando en el pasaje evangélico de la mujer encorvada (Lc 13,10-17), el Papa explicó que “cuando el ser humano es incapaz de ver más allá de sí mismo, de sus ideas o de sus esquemas, permanece prisionero, esclavo, incapaz de madurar un juicio propio”. Esa cerrazón, añadió, “se asemeja a la condición de quien vive encorvado sobre sí mismo, incapaz de mirar al horizonte”.

Jesús, al sanar a la mujer, la libera también de su limitación interior. “Muchas cosas que importan en la vida —dijo el Papa— no nos las damos nosotros mismos, sino que las recibimos de los demás, de los maestros, de los encuentros, de las experiencias. Esta es una experiencia de gracia, porque sana nuestros encorvamientos y nos devuelve una mirada más amplia, más esperanzada”.

“Quien estudia se eleva, amplía sus horizontes, para mirar hacia arriba: hacia Dios, hacia los demás, hacia el misterio de la vida”, ha aseverado León XIV, advirtiendo, además, del riesgo de una “miopía del saber”.

“Nos hemos vuelto expertos en detalles infinitesimales, pero incapaces de alcanzar una visión de conjunto”, ha dicho. “La experiencia cristiana, en cambio, enseña a mirar la realidad con una mirada integradora, capaz de abarcarlo todo”.

La educación como acto de amor

León XIV pidió a las universidades pontificias que no separen la investigación de la vida, y que la formación sea un camino de transformación personal y social. “Lo que ocurre en las aulas no debe quedarse en un ejercicio intelectual abstracto, sino convertirse en una realidad capaz de transformar la vida, de profundizar nuestra relación con Cristo y de hacernos testigos audaces del Evangelio”, ha dicho el Papa.

“Educar se asemeja al milagro del Evangelio: el gesto de quien educa es levantar al otro, ponerlo en pie como hizo Jesús con la mujer encorvada, ayudarlo a ser él mismo y a madurar un pensamiento crítico autónomo”, ha aseverado.

Por eso, subrayó, enseñar es también “un acto de amor”: “Hay una caridad que pasa por el alfabeto del estudio, del conocimiento, de la búsqueda sincera de la verdad. Saciar el hambre de sentido es una tarea necesaria, porque sin verdad se puede caer en el vacío e incluso morir”.

León XIV

“No somos criaturas arrojadas al mundo por casualidad”

El Papa concluyó recordando que el estudio y la investigación solo alcanzan su plenitud cuando conducen al descubrimiento de la filiación divina: “No somos criaturas arrojadas al mundo por casualidad, sino que pertenecemos a alguien que nos ama y tiene un proyecto de amor para nuestra vida”.

“Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”, apuntó, citando a San Pablo. “Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, Padre”.

Finalmente, León XIV elevó una oración por los estudiantes y profesores: “Que la universidad los forme para ser mujeres y hombres que nunca se encorven sobre sí mismos, sino que estén siempre erguidos, capaces de vivir la alegría y el consuelo del Evangelio y de llevarlos allí donde vayan”.

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