Cultura

La vocación religiosa se cuela en la gran pantalla

| 24/10/2025 - 04:54





Jesús recordaba en la parábola de las bodas que, en el banquete del Reino, “muchos son los llamados, pero pocos los escogidos” (Mt 22, 14). Y otro tanto podría decirse de los títulos que, a lo largo de la historia del cine, han abordado –directamente o de un modo tangencial– la vocación religiosa, porque no son demasiados los que han logrado captar en toda su complejidad el alcance real de una decisión trascendental en la vida de cualquier persona.



A la cabeza de esta selecta nómina, hemos de situar la imprescindible y luminosa ‘Historia de una monja’ (1959), de Fred Zinnemann, en la que la inolvidable Audrey Hepburn deja su vida burguesa para ingresar en un convento antes de ser enviada como enfermera a una misión en el Congo.

Audrey Hepburn, en ‘Historia de una historia monja’

Apenas un año después –a partir de la obra teatral homónima de Georges Bernanos–, en ‘Diálogo de Carmelitas’ (1960), Raymond Leopold Bruckberger y Philippe Agostini nos narrarían la historia real de otra joven que se refugia en un convento carmelita durante la Revolución francesa. A pesar del convulso mundo exterior y de las presiones paternas, será feliz junto a las hermanas.

Jesuitas y franciscanos

En el mismo siglo XVIII, pero a miles de kilómetros de allí –concretamente, en las últimas reducciones jesuíticas de Paraguay–, un ex traficante de esclavos, mercenario y asesino (Robert De Niro) se hace jesuita buscando la redención entre sus antiguas víctimas de la mano del padre Gabriel (Jeremy Irons) en ‘La Misión’ (1986), de Roland Joffé. Ambos se enfrentarán al poder establecido, eso sí, cada cual con las armas que mejor conoce: la fuerza de la espada y el poder de la oración.

Ese mismo año, Jean-Jacques Annaud llevaría a la gran pantalla ‘El nombre de la rosa’, novela del italiano Umberto Eco que relata la visita de un franciscano y antiguo inquisidor (Sean Connery) a una abadía benedictina para esclarecer extraños sucesos. Y lo hace en compañía de su inseparable discípulo y novicio (Christian Slater). La experiencia, sin embargo, no se antoja muy oportuna para que el joven pueda discernir plácidamente su futuro en la vida religiosa.

No menos traumático resulta el periplo vital de la joven novicia que da título a la cinta del polaco Pawel Pawlikowski: ‘Ida’ (2013). Recluida en un convento desde que se quedara huérfana, en vísperas de su profesión religiosa es invitada a dejar por unos días el silencio del claustro para conocer por sí misma la respuesta a no pocas preguntas sobre los orígenes de su familia. Lo hará acompañada del único pariente vivo: una tía entregada al alcohol, la política y las bajas pasiones. Una interesante lección de vida, realzada por una elegante fotografía en blanco y negro.

(…)

Noticias relacionadas