El Papa ha recibido hoy a un grupo de peregrinos católicos rusos
León XIV, en el papamóvil
El papa León XIV recibió esta mañana en el Palacio Apostólico Vaticano a un grupo de peregrinos católicos procedentes de Rusia con motivo de su peregrinación jubilar. En su discurso, el Pontífice les recordó que su visita a Roma forma parte de un largo camino de fe que une generaciones de creyentes y testimonios.
“Vuestra presencia forma parte del camino de tantas generaciones que han deseado visitar estos lugares, donde late el corazón del alma cristiana”, dijo el Papa, recordando que las historias de fe transmitidas “desde los tiempos apostólicos” siguen vivas y fecundas hoy.
Roma, añadió, puede ser vista como un espejo de la existencia humana, “donde se entrelazan las ruinas de las experiencias pasadas, la angustia, la incertidumbre y la ansiedad, junto con la fe que crece cada día y se hace activa en la caridad”. En esa tensión entre fragilidad y esperanza, el Papa invitó a mirar más allá del dolor: “Incluso sobre las ruinas, a pesar del pecado y la enemistad, el Señor puede construir un mundo nuevo y una vida renovada”. León XIV recordó que la ciudad eterna, con sus basílicas y monasterios, no es solo memoria de piedra, sino testimonio de una fe viva “arraigada en el corazón de las personas, capaz de transformar las conciencias e inspirar al bien”.
El Pontífice quiso subrayar la vocación común de todo cristiano: “Cada uno de nosotros es una piedra viva en el edificio de la Iglesia”. Y añadió: “Cada piedra, por pequeña que sea, colocada por el Señor en el lugar correcto, desempeña un papel importante en la estabilidad de toda la estructura”.
Al concluir la audiencia, León XIV los animó a llevar a su regreso el testimonio de la fe vivida en Roma. “Serán llamados a continuar el camino de la vida cristiana, pastores y fieles juntos, sin olvidar nunca que todos son responsables de su Iglesia local, llevando las cargas de los demás”, afirmó.
El Papa pidió que de sus familias y comunidades “surja un ejemplo de amor, fraternidad, solidaridad y respeto mutuo” hacia todos con quienes viven, trabajan o estudian, para así “encender el fuego del amor cristiano, capaz de apaciguar la frialdad de los corazones, incluso de los más endurecidos”.
“Que la peregrinación de este icono sea fuente de consuelo para ustedes, para sus familias, especialmente para los enfermos y los que sufren”, dijo, invitando a encontrar esperanza “en el encuentro con Dios a través de la oración, la lectura de la Sagrada Escritura, la ayuda a los necesitados y las palabras de consuelo”. Finalmente, el Papa confió a los peregrinos a la protección de la Virgen María, Madre de Dios y Reina de la Paz, “que siempre nos precede en la peregrinación de la fe y la esperanza”.
