El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha presentado esta mañana el V Encuentro Mundial de los Movimientos Populares
Esta mañana, la Sala de Prensa de la Santa Sede ha acogido la presentación del V Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, que se celebrará del 21 al 24 de octubre, seguido del Peregrinaje Jubilar los días 25 y 26.
Durante su intervención, el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, recordó que, hace apenas una semana, la Iglesia reflexionaba sobre “el clamor de los pobres”, a la luz de la exhortación apostólica Dilexi te. “Hoy nos reunimos para hablar de cómo los pobres responden a sus enormes desafíos y de cómo la Iglesia los acompaña”, dijo. “Ellos no piden compasión, sino participación. Quieren poder desarrollar sus capacidades y contribuir con justicia al bien común”.
El prefecto del Dicasterio subrayó que más del 80% de la población mundial vive con menos de 20 dólares al día, y que “muchos esfuerzos de desarrollo han fracasado porque se ha intentado avanzar sin contar con los propios pobres”. Citando a san Juan Pablo II, recordó que la Iglesia rechaza “todo paternalismo que se limite a satisfacer solo las necesidades inmediatas”.
“El documento de Aparecida insistía ya en que las comunidades marginadas deben ser consideradas sujetos, no objetos de caridad”, añadió. “Su experiencia del sufrimiento les da una mirada que la sociedad necesita escuchar, y lo mismo vale para la Iglesia”.
El cardenal evocó, asimismo, el testimonio del papa Francisco, “que desde Buenos Aires supo escuchar, acoger y animar a los movimientos populares”, y recordó cómo el papa León XIV, en Dilexi te, los describe como “aquellos que caminan no como individuos aislados, sino como comunidad estrechamente unida, una comunidad que no deja atrás a los pobres ni a los vulnerables”.
Czerny subrayó que la solidaridad auténtica no se limita a la ayuda asistencial, sino que “implica luchar contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad: la falta de trabajo, de tierra, de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales, y los efectos destructivos del imperio del dinero”. En este sentido, insistió, “la solidaridad, entendida en su profundidad, es una forma de hacer historia, y eso es exactamente lo que los movimientos populares están realizando”.
“Cuando las instituciones reflexionan sobre las necesidades de los pobres, deben darles voz y permitir que esa energía moral irrumpa en las estructuras locales, nacionales e internacionales para construir juntos un destino común”, añadió.
Czerny concluyó con una cita de santa Teresa de Calcuta que, según dijo, “resume el espíritu de este encuentro”: “Nuestros pobres son grandes personas, personas muy amables. No necesitan nuestra compasión ni nuestra lástima; necesitan nuestro amor comprensivo, nuestro respeto y que los tratemos con dignidad” (DT 77). “No basta con hablar del amor a los pobres; hay que escucharlos, dejarse guiar por ellos y permitir que su esperanza transforme el mundo”, insistió el purpurado.
