La Asociación Internacional de Derecho Pontificio Carità Politica ha organizado en Roma el simposio “Hacerse prójimo en la esperanza. Testimonio de las religiones y diplomacia de la caridad política”. Una propuesta en la que ha presentado la diplomacia vaticana el secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, el arzobispo Paul Richard Gallagher, y su contribución al bien común.
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Largo plazo
El prelado pidió ir más allá de los intereses particulares y defendió la decisión de mantener canales abiertos incluso con “regímenes autoritarios” para lograr “intervenciones más eficaces que las condenas públicas”. Y es que, añadió, la vía diplomática sigue siendo “la única forma de influir en sistemas que, de otro modo, serían difíciles de alcanzar”.
La Santa Sede, recalcó, rechaza la resignación y trata de afrontar las crisis inmediatas a la vez que busca construir una visión a largo plazo que trascienda los “ciclos electorales”. “Cuando el Papa recibe las credenciales de un embajador estamos encarnando un principio que trasciende la verdadera función protocolaria”, explicó Gallagher, es “dar el primer paso hacia el otro, acortar las distancias”. Aplicando la parábola del buen samaritano, destacó que la diplomacia trata de “asumir responsabilidades concretas y duraderas hacia el hombre herido”, según recogen los medios vaticanos.
Así, desde el Vaticano se ha participado en el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, el proceso de paz en Colombia o el establecimiento de relaciones con Vietnam y China. Por ello, Gallagher reconoció las dificultades de los procesos de mediación y la complejidad de una “estabilización global” en tiempos como los actuales. También afrontó cuestiones como la ecología, las migraciones, el diálogo interreligioso.
