España

La ‘doble vida’ que acecha a los curas

| 13/10/2025 - 07:19

  • Los recientes sucesos que vinculan clero y adicciones desvelan la preocupación por la inmadurez y la soledad
  • “Necesitamos también una cultura del cuidado que se da en lo cotidiano”, aseguran quienes acompañan a sacerdotes
  • Los expertos aprecian que se podría haber “bajado el listón” al admitir candidatos
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Tres sucesos clericales de similar corte, en la primera plana mediática, con apenas una semana de margen. El ex vicario para el Clero de Toledo, detenido por posesión de drogas en un apartamento en Torremolinos, mientras estaba acompañado de tres jóvenes. Petición de nueve años de prisión para un sacerdote de Plasencia y su pareja por tráfico de drogas, tras su detención hace dos años y medio. Rematado el sumario relativo a un presbítero malagueño acusado de sedar y agredir sexualmente a cuatro mujeres entre los años 2017 y 2019. Con la presunción de inocencia por delante, los tres ministros ordenados, en la palestra.



“Son hechos aislados”, expuso el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, César García Magán, preguntado por Vida Nueva a este respecto en la rueda de prensa tras concluir la Comisión Permanente de los obispos que se celebró entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre. Aun así, admitió que estos episodios “preocupan mucho a todos”.

Visita a los sacerdotes

En paralelo, el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, ha dirigido una carta a todo su presbiterio para anunciar que no realizará durante este curso “sus habituales visitas pastorales a distintas zonas geográficas de nuestra diócesis, sino que se dedicará con especial esmero a atender a los sacerdotes de la diócesis”.

“Las dobles vidas no son novedad, ahí está La Regenta”, comenta Antonio Ávila, autor de ‘El cansancio del clero’ (PPC), al ser preguntado por esta concatenación de hechos en curas con cierto recorrido en su vida personal y pastoral. “La madurez no es un estado al que se llega, sino un estado en el que se camina. Puedo ser maduro hoy, pero, si no me cuido, mañana puedo ser inmaduro”, asegura este presbítero, teólogo y psicólogo, que es además el coordinador sinodal de la Archidiócesis de Madrid.

En este sentido, para Ávila hay un punto fundamental para prevenir esta deriva: “Acompañar y dejarse acompañar de manera integral, tomando a la persona en su totalidad”. “Necesitamos acompañamientos formales e informales. Podemos plantear estructuras e itinerarios, que son más que necesarios, pero de la misma manera es imprescindible esa cultura del cuidado que se da en lo cotidiano entre compañeros de curso, curas amigos, un sacerdote con más edad y recorrido que puede ser referente, los laicos y religiosos que forman parte de la comunidad”, desarrolla el que fuera director del Instituto Superior de Pastoral.

Cuidar la fragilidad

En esta misma línea, Ávila expresa su preocupación por las nuevas generaciones de sacerdotes, puesto que aprecia que se podría haber “bajado el listón de los que llegan en materia de discernimiento y, en algunos lugares se sigue apostando por una formación pensada en un ejercicio sacral, más que en la dimensión afectiva, pastoral y evangelizadora, que estaría algo más desarmada”.

Esta visión la comparte Antonio Bellella, director del Instituto Teológico de Vida Religiosa: “Hay una falacia que está muy extendida en algunos grupos y, a veces la formación se construye sobre ella: una especie de absoluta invulnerabilidad del sacerdote”. Frente a esta armadura, el claretiano expone que “los sacerdotes somos, como todos los seres humanos, personas frágiles”, frente a quienes consideran que, por el hecho de ser “representante de la divinidad, está investido un superpoder que le libra de todo problema y de todo mal”.

Etiquetas: sacerdotes
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