Para León XIV, “la filosofía tiene mucho que cuestionar y mucho que ofrecer, en el diálogo entre fe y razón e Iglesia y mundo”. Así lo expresa en el mensaje enviado al Congreso Internacional de Filosofía que se celebra estos días en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, en Paraguay.
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El Papa agustino anima a los participantes a fomentar el diálogo para evitar caer en pensar que el diferente es “una amenaza que podría ‘contaminar’ la pureza de la fe cristiana”. Para ello se remite precisamente a san Agustín, que decía que “quien reprueba indistintamente toda filosofía, condena el mismo amor a la sabiduría”. “Por eso, el creyente no debería mantenerse distante de lo que proponen las diversas escuelas filosóficas, sino entrar en diálogo con ellas desde la Sagrada Escritura”, defiende el Pontífice en su misiva.
Encuentro privilegiado
Es más, apunta que “el pensamiento filosófico es un espacio de encuentro privilegiado con quienes no comparten el don de la fe”. “Sé por experiencia que la incredulidad suele ir unida a un número de prejuicios históricos, filosóficos y de otros órdenes”, comparte el Santo Padre, que también advierte del peligro de “reducir la filosofía a una mera herramienta apologética”. Incluso apunta que puede “descender a oscuros abismos de pesimismo, misantropía y relativismo, allí donde la razón, cerrada a la luz de la fe, se convierte en sombra de sí misma”.
De la misma manera, en la carta hace un llamamiento a “desenmascarar la pretensión de alcanzar el conocimiento trascendente por mero análisis racional, hasta el punto de confundir los bienes propios de una vida ‘según razón’ con aquellos que sólo pueden llegar a nosotros por la gracia divina”. Es más, recuerda cómo el monje Pelagio sostenía que “la voluntad humana bastaba para cumplir los mandamientos sin el auxilio indispensable de la gracia, tesis a la que san Agustín respondió de un modo tan completo como profundo”.
A imagen de Dios
Con estas premisas, plantea a los investigadores presentes en el congreso a que, como católicos, sean capaces de “ofrecer nuestro aporte para que la noble tarea del filosofar revele más y mejor la dignidad del hombre creado a imagen de Dios, la clara distinción entre el bien y el mal, y la fascinante estructura de lo real que conduce al Creador y Redentor”.
“El pensador cristiano está llamado a ser un recordatorio vivo de la auténtica vocación filosófica como búsqueda honesta y perseverante de la Sabiduría”, expone León XIV en esta misma línea.