El Papa ha celebrado hoy la misa en la plaza de San Pedro ante miles de consagrados llegados a Roma con motivo del Jubileo de la Vida Consagrada
León XIV, en la Plaza de San Pedro
El papa León XIV ha celebrado hoy la misa con motivo del Jubileo de la Vida Consagrada, que ha llevado hasta Roma a miles de religiosos y religiosas, monjes y contemplativas, miembros de institutos seculares, vírgenes consagradas, eremitas y miembros de nuevos institutos para “confiar nuestra vida a esa misericordia de la que, a través de la profesión religiosa, se han comprometido a ser signo profético, porque vivir los votos es abandonarse como niños en los brazos del Padre”, ha señalado el Pontífice al comienzo de su homilía.
Para Robert Francis Prevost, este Jubileo es “una ocasión para hacer memoria de la gratuidad de su vocación, comenzando desde los orígenes de las congregaciones a las que pertenecen hasta el momento presente, desde los primeros pasos de su itinerario personal hasta este instante”. “Todos nosotros estamos aquí, ante todo, porque Él nos ha querido y elegido desde siempre”, ha remarcado.
Apoyado en el Concilio Vaticano II, el Papa ha reflexionado en torno a tres verbos -pedir, buscar y llamar-. “Pedir es reconocer, en la pobreza, que todos es don del Señor y dar gracias por todo; buscar es abrirse, en la obediencia, a descubrir cada día el camino que debemos seguir para alcanzar la santidad, según los designios de Dios; llamar es pedir y ofrecer a los hermanos los dones recibidos con corazón puro, esforzándose en amar a todos con respeto y gratuidad”, ha destacado.
Según sus palabras, “pedir, buscar y llamar quiere decir también mirar hacia atrás la propia existencia, trayendo a la mente y al corazón todo lo que el Señor ha realizado, a lo largo de los años, para multiplicar los talentos, para acrecentar y purificar la fe, para hacer más generosa y libre la caridad”. “A veces esto ha sucedido en circunstancias alegres, otras veces por caminos más difíciles de entender, tal vez a través del crisol misterioso del sufrimiento”, ha puntualizado.
Como ha recordado León XIV, “para nosotros, el Señor es todo. Lo es en distintos modos, ya sea como Creador y fuente de la existencia, como amor que llama e interpela, como fuerza que impulsa y anima a la donación. Sin Él nada existe, nada tiene sentido, nada vale, y el pedir, buscar y llamar de ustedes, tanto en la oración como en la vida, hacen referencia a esta verdad”.
El Pontífice les ha indicado también que “la Iglesia les confía la tarea de ser, con su despojarse de todo, testigos vivos del primado de Dios en su existencia, también ayudando lo más que puedan a los demás hermanos y hermanas que encontrarán para cultivar su amistad con Él”.
Al mismo tiempo, ha subrayado que “la historia nos enseña que de una experiencia de Dios brotan siempre impulsos generosos de caridad, como ha sucedido en la vida de sus fundadores y fundadoras, hombres y mujeres enamorados del Señor”.
Religiosas, en San Pedro, antes de la misa de León XIV con motivo del Jubileo de la Vida Consagrada
Por otro lado, Prevost les ha pedido ser testigos: “Para ser verdaderamente feliz, el hombre necesita experiencias de amor consistentes, duraderas, sólidas, y ustedes, con el ejemplo de su vida consagrada, pueden difundir en el mundo el oxígeno de ese modo de amar”.
Antes de concluir su alocución, el Papa les ha instado a extender “el pedir, buscar y llamar de la oración y de la vida al horizonte eterno que transciende las realidades de este mundo”.