Pierre-André Dumas, aún en recuperación tras el atentado que casi le cuesta la vida, confía en que el proceso electoral de 2026 marque un punto de inflexión para el país
“Mi cuerpo sigue dolorido. Me he sometido a decenas de operaciones y ahora necesito terapia láser. Como decía san Pablo, llevo en mi cuerpo algunas de las pequeñas heridas de Cristo. Pero Él era completamente inocente, y yo no tanto”. Con estas palabras, el arzobispo Pierre-André Dumas, vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Haití, rompe el silencio sobre su estado de salud tras el atentado que sufrió en 2024, cuando una explosión destruyó la residencia parroquial de Porto Príncipe donde descansaba. No vuelve a mencionarlo. En adelante, toda su atención se centra en un solo tema: Haití, el país que ama y que, pese a la violencia, la corrupción y la pobreza extrema, “no ha perdido del todo la esperanza”.
Con quemaduras de tercer grado que afectaron más del 40% de su cuerpo, Dumas habla sin rencor a Vatican News. “Aquello fue el precio que tuve que pagar por intentar sentar a la misma mesa a los líderes de las bandas criminales y a los responsables de un Estado cada vez más debilitado”, ha dicho.
El prelado, desde su convalecencia en Florida, recuerda que formaba parte de un grupo de apoyo a Haití integrado por diplomáticos, obispos estadounidenses y miembros del Departamento de Estado de EE. UU. “Intentábamos abrir un camino de diálogo, pero ellos —los líderes de las bandas— respondieron con un ‘no’ rotundo. Aun así, la Iglesia no ha abandonado su misión de acompañar al pueblo hacia la pacificación”, subraya.
Gracias a un visado sanitario diplomático gestionado por Estados Unidos, el arzobispo logró sobrevivir. Hoy, desde la distancia, sigue trabajando para sostener a la Conferencia Episcopal y promover el diálogo interreligioso: “Invito a todos los actores a asumir sus responsabilidades, porque el futuro del país no puede seguir secuestrado por el miedo”.
La mirada del arzobispo está puesta en las elecciones generales convocadas para el 29 de marzo de 2026, con la toma de posesión del nuevo presidente prevista para el 18 de mayo. Antes de analizar el proceso, Dumas quiso expresar su gratitud al papa León XIV: “Le agradezco de todo corazón porque ha vuelto a hablar de Haití con un tono profético y compasivo. Sus palabras han traído consuelo y esperanza a todo el país”.
“Esperamos que este sea un paso hacia la democracia. Hay una Constitución que respetar y unos valores que recuperar: la dignidad, la solidaridad, la fraternidad, la subsidiariedad”, ha subrayado. “El pueblo necesita esta esperanza”. Sin embargo, advierte que el proceso dependerá de las condiciones de seguridad: “Hay zonas del país que son tierra de nadie, controladas por las bandas, incluso el 80 % de la capital, Port-au-Prince. El proceso electoral debe desarrollarse en completa transparencia y con la participación de toda la sociedad”.