El Festival de San Sebastián entrega su máximo galardón a Alauda Ruiz de Azúa, por abordar sin estereotipos las inquietudes espirituales de una joven
Escena de la película 'Los domingos'
Sin histrionismos ni absolutizaciones. Desde la capacidad para abstraerse de tópicos y siendo capaz de abordar la perspectiva de todos aquellos que son concernidos cuando una joven dice que quiere ser monja de clausura. Así es como ‘Los domingos’ se alzó anoche con la Concha de Oro en la 73 edición del Festival de San Sebastián.
Como Javier Cercas en ‘El loco de Dios en el fin del mundo’, Alauda Ruiz de Azúa parte de un ateísmo personal confeso, pero no militante. O lo que es lo mismo, en el relato no se deja llevar por los prejuicios, sino que simplemente da voz a todos y cada uno en un relato abierto. Y es quizá eso lo que ha podido interpelar al jurado. “Si amo el cine es porque siempre me enseña que se puede mirar desde otro sitio, mirar distinto, también lo que es ajeno a ti”, confesaba anoche en voz alta la también directora de la película ‘Cinco lobitos’ y la serie ‘Querer’, que se convierte en la segunda directora española en conseguir el galardón.
“Tratar de entender algo no es compartirlo”, dijo sobre el complejo universo de la vocación en el que se adentra a través de Ainara, una impecable alumna de 17 años que provoca un tsunami en su casa cuando plantea ante los suyos la posibilidad de ser religiosa contemplativa. Mientras su tía da por hecho que está siendo manipulada por la Iglesia, su padre da un paso atrás para ser un espectador, su abuela como puente, la religiosa que le da pistas, sus amigos aportando su perspectiva actual…
‘Los domingos’ no responde. Multiplica las preguntas sobre el hecho religioso: la libertad de la toma de decisiones, hasta dónde puede condicionar el hecho de que sea huérfana de madre, el misterio de creer, el amor humano y divino, lo espiritual frente a lo material… Y lo hace con una meticulosidad en cada uno de sus planos, de sus diálogos, de jugar con los espacios interiores, de saberse mover entre el reguetón del ‘Quédate’ de Quevedo y la música litúrgica, de hacer brillar a la debutante protagonista Blanca Soroa.