El obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas confía, no obstante, en que quienes tomaron posesión de sus cargos “sean fieles a su vocación, sirviendo con equidad, verdad y amor”
Votación del 1 de junio en México. Foto: EFE
El cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, aseguró respecto al inédito proceso electoral del Poder Judicial del 1 de junio en México: “fue un ejercicio muy cuestionado desde varios aspectos”.
Agregó: “aunque las altas autoridades federales digan que fue el pueblo quien los eligió, es innegable que fue una minoría la que participó en esas elecciones, muchos de ellos personas mayores de edad que fueron amenazadas de que les retirarían los apoyos sociales que reciben, si no iban a votar; algunos no sabían ni cómo proceder. Esos programas parecen más una inversión electorera, que un acto de justicia con las personas más vulnerables”.
En su artículo semanal -titulado esta vez: ‘Necesitamos jueces sabios’- el cardenal Arizmendi confió que los más de 2,000 jueces, abogados, magistrados y ministros electos por voto popular, quienes tomaron posesión el 1 de septiembre, “sean fieles a su vocación, sirviendo con equidad, verdad y amor, guiados no sólo por las leyes humanas, sino también por su fe cristiana, por un amor misericordioso hacia los demás, inocentes o culpables”.
El cardenal Arizmendi refirió que en su ministerio presbiteral y episcopal, en varias ocasiones ha visitado pastoralmente diversas cárceles, tanto en el Estado de México como en Chiapas; “conversando con los internos, muchos de ellos podrían salir libres, pero no tienen un abogado ni dinero suficiente para pagar una fianza. Muchos otros están años y años sin ser sentenciados, algunos que sí son culpables, y otros inocentes”.
En ese sentido, aseguró que “hay muchas injusticias por la incompetencia de los jueces, por el rezago de tantos casos que se presentan, o por la corrupción imperante. Se han hecho esfuerzos por humanizar más los centros penitenciarios y dinamizar la impartición de justicia, pero falta mucho por hacer para que todo el proceso sea más justo y expedito”.
Mencionó que en días pasados en Roma se celebró el jubileo de los que trabajan en impartir justicia; “se esperaban unos cinco mil, y participaron casi quince mil entre jueces, magistrados y ministros de las Cortes de justicia, de muchos países del mundo, para reflexionar sobre su servicio. Son católicos que desean vivir su fe en la impartición de justicia, dejándose guiar por la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia. Dios quiere justicia, como camino para que haya paz; donde no hay justicia, no hay paz”.