Barrancabermeja sufre las secuelas de la violencia, promovida por grupos armados ilegales y el olvido gubernamental
Misión en Barrancabermeja
La Semana por la paz se ha convertido este año en el Mes por la paz, así ha confirmado el Episcopado en diversas plataformas. Entre las actividades que se vienen realizando se encuentran misiones.
En esta ocasión, seis sacerdotes y 61 seminaristas del Seminario Nacional Cristo Sacerdote de La Ceja – Antioquia – fueron a Barrancabermeja, distrito de oriente colombiano a las faldas del río Magdalena, para ser ‘mensajeros de paz’.
Visitaron quince parroquias, donde llevaron un mensaje de fe y cercanía a las familias y comunidades, afectadas por la violencia. Una misión encabezada por el obispo de esta diócesis, Ovidio Giraldo, quien explicó que solo buscar reflejar “esa Iglesia en salida” como proponía el papa Francisco.
Llegar a las periferias existenciales con quienes compartieron la Palabra, tejieron lazos fraternos y, sobre todo, fortalecer la fe en medio de las incertidumbres causadas por el conflicto y la pobreza en esta zona del Magdalena Medio.
Los mensajeros de paz, inspirados en el evangélico pasaje “Mira que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20), para recordarle a la población que no están sola, que Dios siempre está presente aún en los momento más oscuros.
Barrancabermeja sufre las secuelas de la violencia, promovida por grupos armados ilegales y el olvido gubernamental, por lo que resulta urgente reconstruir el tejido social y promover la reconciliación desde las bases.
“No son solo actos de fe, sino también una respuesta concreta a la necesidad de espacios de protección, dignidad y esperanza para las comunidades”, explicó Giraldo.
Además detalló que han realizado celebraciones piadosas, eucaristías, encuentros comunitarios, sin duda, “hemos tenido una experiencia muy bonita”, acotó.
El prelado indicó que estas acciones están dentro del plan de misión y pastoral integral de la diócesis, que promueve “la formación de pequeñas comunidades eclesiales como núcleos vivos de fe, esperanza y caridad”.
Abrazan el lema de la 38.ª Semana por la paz, ahora convertida en mes: “Arropamos la vida con dignidad y esperanza”, para seguir siendo Iglesia samaritana en medio de un pueblo que anhela reconciliación, justicia y paz.
“Esta acción ha dejado una semilla de esperanza en estas comunidades olvidadas, porque de aquí en adelante simplemente es coordinar muy bien la post misión”, señaló Carlos Patiño, uno de los seminaristas participantes.
Aquí laicos, grupos y casas de reunión, “seguirán con esa labor de kerigma, conformando más en la fe a nuestros fieles”.