León XIV recibe a los obispos recién ordenados en el Vaticano
“Les pido que estén siempre vigilantes y que caminen con humildad y oración, para convertirse en servidores del pueblo al que el Señor los envía”. Este ha sido el mensaje principal que León XIV les ha dejado a los obispos ordenados en el último año, que se encuentran en el Vaticano para asistir al curso de formación para todos aquellos prelados que aún llevan la ‘L’ a la espalda.
“Pensaba que yo también llegaría a este curso vestido de negro”, comenzó diciendo entre risas el Pontífice. Así, hablando sobre el nombramiento de todos, de él como Papa y de ellos como obispo, ha continuado con humor: “Quizás algunos de ustedes todavía se pregunten: ‘¿Cómo fue que me eligieron?’. Yo, al menos, me lo pregunto”.
Al comienzo de sus palabras, el Papa ha querido recordarles algo “tan simple como imperceptible: el don que han recibido no es para ustedes mismos, sino para servir a la causa del Evangelio”. “Han sido elegidos y llamados a ser enviados como apóstoles del Señor y servidores de la fe. El obispo es un servidor, el obispo está llamado a servir la fe del pueblo”, ha recalcado.
Para Robert Francis Prevost, “el servicio no es una característica externa ni una forma de ejercer la función. Por el contrario, a quienes Jesús llama como discípulos y heraldos del Evangelio, en particular a los Doce, se les exige libertad interior, pobreza de espíritu y una disposición al servicio nacida del amor, para encarnar la misma elección de Jesús, quien se hizo pobre para enriquecernos (cf. 2 Co 8,9). Él nos ha revelado el estilo de vida de Dios, que no se manifiesta en el poder, sino en el amor de un Padre que nos llama a la comunión con Él”.
León XIV recibe a los obispos recién ordenados en el Vaticano
Asimismo, el Pontífice les ha llamado a preguntarse qué significa ser servidores de la de del pueblo. “Por importante y necesario que sea, no basta con saber que nuestro ministerio se arraiga en el espíritu de servicio, a imagen de Cristo. También debe traducirse en el estilo de apostolado, las diversas formas de atención pastoral y gobierno, y el anhelo de anuncio, de maneras tan diversas y creativas como las situaciones específicas que enfrentan”, ha reconocido.
En este sentido, ha continuado: “La crisis de la fe y su transmisión, junto con los desafíos de la pertenencia y la práctica eclesial, nos invitan a redescubrir la pasión y la valentía para un nuevo anuncio del Evangelio. Al mismo tiempo, muchas personas que parecen alejadas de la fe a menudo vuelven a llamar a las puertas de la Iglesia o se abren a una nueva búsqueda de espiritualidad, que a veces no encuentra el lenguaje ni la forma adecuados en las actividades pastorales tradicionales”.
Entre los desafíos, “tampoco debemos olvidar otros, de carácter más cultural y social, que nos conciernen a todos y que afectan especialmente a ciertas regiones: la tragedia de la guerra y la violencia, el sufrimiento de los pobres, las aspiraciones de tantos por un mundo más fraterno y solidario, los desafíos éticos que nos interpelan sobre el valor de la vida y la libertad; y la lista podría ser sin duda más larga”.
En este contexto, “la Iglesia os envía como pastores atentos y solícitos, que saben compartir el camino, las preguntas, las angustias y las esperanzas del pueblo; pastores que desean ser guías, padres y hermanos de los sacerdotes y de nuestros hermanos y hermanas en la fe”. “Queridos amigos, rezo por ustedes, para que el viento del Espíritu nunca les falte y que la alegría de su ordenación, como una dulce fragancia, se contagie también a quienes servirán”, ha concluido antes de dar paso a un diálogo a puerta cerrada.