El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal preside la misa con motivo de la Virgen de San Lorenzo
Luis Argüello, en la catedral de Valladolid
La catedral de Valladolid ha acogido esta mañana la misa pontifical con motivo de la fiesta de la Virgen de San Lorenzo, patrona de la ciudad. El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha presidido esta misa, en la que ha participado, entre otros, el alcalde popular Jesús Julio Carnero.
En su homilía, Argüello se refirió a la canonización que presidió ayer León XIV y en la que elevó a los altares a Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis. A partir de ahí, se dirigó a los jóvenes: “Cultivad en vuestro corazón el deseo de una plenitud de libertad, amor y alegría, desead ser santos”. Es más, les animó a ser “los protagonistas de una ‘alianza social para la esperanza’ en la acogida y transmisión del don de la vida, en el cuidado del tesoro de la vida desde el seno materno hasta su último aliento”.
“Luchad por unas condiciones laborales y de vivienda que faciliten este objetivo”, remarcó el arzobispo, que también les lanzó otro encargo en referencia al fenómeno migratorio: “Cultivad vuestra identidad cristiana para poder mantener un diálogo que dé razón de vuestra esperanza con tantos jóvenes que no conocen a Jesús, para acoger, promover e integrar a los que llegan de fuera”.
En esta misma línea, planteó que “el diálogo y la acogida no supone esconder en el armario a la persona que es la razón de nuestra alegría y esperanza”. “No se asegura la convivencia por el cumplimiento de unos mínimos legales, sino por compartir un ideal cívico común de amistad y fraternidad”, dejó caer Argüello.
En este comienzo de curso, Argüello invitó además a los presentes a “educar, desde las referencias de la dignidad humana y el bien común, la libertad y la justicia, para que sea posible una convivencia asentada en la amistad civil que promueva la participación de todos en la edificación de la ciudad”.
En este sentido, ante un templo repleto de fieles, reivindicó el “nosotros” que esté abierto a “un compromiso compartido de edificar la ciudad en las diversas formas de asociación y acción social y política”.
Para el presidente de los obispos, “el gran desafío de la Iglesia hoy es iniciar en la vida cristiana, evangelizar la razón, el afecto y la libertad, para que el entendimiento se abra a la verdad, el afecto no caiga en las trampas de la posesividad y la libertad encuentre que su pleno ejercicio es amar saliendo del aparente confort del amor propio y del regusto amargo de la soberbia”.
“¿Por qué nos cuesta tanto ser un pueblo unido y ser misioneros en el testimonio público de nuestra fe?”, se preguntó el arzobispo, que también se preguntó sobre “nuestra pasividad o indiferencia ante lo público o sobre movilizaciones que vayan más allá de la defensa de intereses individuales, ideológicos o corporativos”. “Algunos se excusan en la polarización excluyente, que vuelve incómodo y desagradable el espacio público”, dejó caer justo después.
El presidente del Episcopado diferenció en su homilía el concepto ‘polaridad’, que “supone reciprocidad entre los polos en un diálogo tenso, creativo y fecundo”, frente a la “polarización”, que quiere explicar “la realidad de la persona, de la Iglesia, de la ciudad o de la historia desde un solo polo, negando al otro, excluyendo el diálogo y agitando, desde el populismo la polarización, que enfrenta y excluye”.
Al finalizar la homilía, el arzobispo desveló que la Santa Sede ha concedido un año jubilar a la Archidiócesis en 2026, con motivo del 300 aniversario de la canonización de Santo Toribio de Mogrovejo, nacido en el municipio vallisoletano de Mayorga de Campos.
