El presidente de la Conferencia Episcopal preside la misa de apertura en la universidad de los jesuitas en Madrid
Luis Argüello, en la Universidad Pontificia Comillas
El presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, compartió esta mañana que el Espíritu Santo impulsa “la constitución de un nuevo pueblo de diversas etnias, de diversas procedencias”, que “acoge, constituido desde la diferencia y desde las diversidades y condiciones plurales de la vida y de las sensibilidades de las personas”. Con la confrontación política sobre la cuestión migratoria de fondo, el también arzobispo de Valladolid habló en estos términos en la homilía de la misa de la apertura de curso de la Universidad Pontificia Comillas en Madrid.
El presidente del Episcopado defendió en su alocución la necesidad de respetar la la dignidad de cada persona y el bien común de todos. Eso sí, en paralelo, advirtió de los riesgos que en torno a ellas pueden generar “las diversas propuestas ideológicas que están en el mercado”.
De hecho, a lo largo de su intervención subrayó de cómo el contexto actual, “cegado de iluminismo e ideología” puede desembocar en formulaciones tales como que “la naturaleza se podía hacer lo mismo un roto que un descosido”, refiriéndose explícitamente a la “naturaleza sexual”. De hecho, incluso alertó de la “tentación” que se centra en que “el hombre que cree que puede ser Dios sin Dios”.
“En esta época de Inteligencia Artificial, de posthumanismo, de preguntas a veces inquietantes sobre qué es el sujeto humano, la persona, el varón y la mujer, el Espíritu nos sorprende y nos dice: ‘Descubre que eres humano divino‘”, reflexionó en voz alta Argüello. Y añadió: “Somos humano-divinos en esta época de inteligencia artificial y poshumanismo”.
Con este punto de partida, el arzobispo reivindicó el papel del Espíritu Santo en la actividad académica para dar luz a estas realidades y transformar “la mirada del investigador, del alumno, del discípulo”. Eso sí, con un maridaje claro: “Verdad y caridad no solo son compatibles, sino que son inseparables”.
Así, sobre el papel de la universidad cristiana hoy, remarcó cómo su misión pasa por “edificar la ciudad de los hombres construyendo la ciudad de Dios, viviendo nuestra realidad de ser una institución eclesial, una institución católica que, más allá de responder a un título y a una identificación institucional, lleva consigo la catolicidad del corazón y de la mente, la puesta en relación de unos asuntos con otros”.