Vaticano

León XIV anima a los agustinos a hacer “un esfuerzo sincero de comunicarse y comprenderse”

| 01/09/2025 - 18:39

En la apertura del Capítulo General de la Orden, el Papa invitó a dejarse guiar por el Espíritu Santo





La basílica de San Agustín en Campo Marzio —a dos pasos de la Piazza Navona y custodia del cuerpo de santa Mónica— ha acogido este lunes la apertura del 188º Capítulo General del Orden de San Agustín. Allí, el papa León XIV ha presidido la Eucaristía con una homilía centrada en la escucha, la humildad y la unidad como “tres caminos espirituales” para este momento de discernimiento que afrontan los religiosos.



“Pedimos al Espíritu que tenga el sopravento”, dijo el Pontífice, recuperando una bella expresión patrística de Dídimo el Ciego. No un Espíritu débil o reducido a fórmula, sino “abundante e irresistible”, capaz de superar toda lógica humana. Como en Pentecostés, el Papa deseó para los agustinos “un derramamiento que convierta a la Tercera Persona en protagonista de los días por venir”.

Un Capítulo en escucha

Consciente de los desafíos que toda vida consagrada enfrenta, León XIV recordó que “el Espíritu sigue hablando”, hoy como ayer. Lo hace “en el fondo del corazón”, y también “a través de los hermanos y de las circunstancias de la vida”. Por ello, pidió que el Capítulo se viva como un espacio de verdadera escucha: “de Dios y de los demás”.

Apoyado en san Agustín, citó un texto sobre Pentecostés que ilumina el sentido del discernimiento compartido: “Ahora es el conjunto de los creyentes el que habla en todas las lenguas, porque somos miembros del cuerpo que habla”. Así, el Papa animó a los religiosos a vivir estos días “en un esfuerzo sincero de comunicarse y comprenderse”, porque no están allí por azar, sino “convocados para el bien de todos”.

Eucaristía presidida por el papa León XIV por el inicio del Capítulo General de los agustinos

Abrirse a lo inesperado

El segundo punto clave de la homilía fue una advertencia contra toda pretensión de autosuficiencia. “Nadie piense que tiene todas las respuestas”, dijo, recordando con Agustín que la multiforme acción del Espíritu nos obliga a hacernos pequeños ante “la libertad y la imperscrutabilidad del actuar de Dios”. Y añadió: “Solo así el Espíritu podrá enseñarnos y recordarnos lo que Jesús dijo, inscribiéndolo en nuestros corazones”.

El Papa cerró su intervención con una invitación a custodiar el valor de la unidad, “criterio innegociable” para cualquier trabajo eclesial. Citando la Primera Carta a los Corintios, recordó que “a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común” y que todos son miembros de un único cuerpo.

En palabras del propio san Agustín, recordó: “Así como entonces las diversas lenguas habladas por un solo hombre eran signo del Espíritu Santo, ahora lo es el amor a la unidad”. De hecho, remató con una frase contundente: “Tendréis al Espíritu Santo cuando vuestro corazón se adhiera a la unidad por una caridad sincera”.

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