El Papa reclama un alto al fuego para Ucrania y recuerda a los fallecidos de una embarcación de migrantes que trataba de llegar a Canarias
El papa León XIV ha bendecido y saludado a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del ángelus. El pontífice lamentó que la guerra en Ucrania sigue dejando “muerte y destrucción”, por ello renovó su cercanía y pidió a todos “no ceder a la indiferencia” y realizas “gestos de calidad” a la vez que reclamó “un alto al fuego” dejando el camino de la armas: “La voz de las armas debe callar mientras se abre camino la fraternidad y la justicia”, reclamó. En inglés pidió por las víctimas del tiroteo en Minnesota y las víctimas del resto del mundo. También recordó a las víctimas de la embarcación hacia las Islas Canarias y hundida en Mauritania, y apeló a la cultura de la acogida. A las puertas del mes de septiembre, ha recordado que el día 1 es la Jornada de oración para el cuidado de la creación, creada hace 10 años, por lo que invitó ha vivir el “tiempo de la creación” hasta el 4 de octubre.
En su reflexión previa, comentando el evangelio de días, sobre dos parábolas sobre los invitados al banquete (Lc 14,1.7-14), el Papa destacó que “sentarse a la mesa juntos, especialmente en los días de descanso y de fiesta, es un signo de paz y de comunión en todas las culturas” y, añadió, “tener invitados ensancha el espacio del corazón, y hacerse huésped exige la humildad de entrar en el mundo del otro. Una cultura del encuentro se nutre de estos gestos que acercan”.
Frente a quienes miran a Jesús “con cierta desconfianza por los intérpretes más rigurosos de la tradición” –los fariseos–, Él, destacó el pontífice, “se hace realmente cercano, no permanece ajeno a la situación. Se hace huésped de verdad, con respeto y autenticidad”. “Él se había percatado de una carrera por ocupar los primeros lugares. Esto sucede también hoy, no tanto en la familia, sino en las ocasiones en que importa ‘hacerse notar’. Entonces, el estar juntos, se transforma en una competición”, alertó. En la misa, añadió, “Él, se hace nuestro huésped y puede describir cómo nos ve. Es muy importante vernos a través de su mirada, repensar cómo muchas veces reducimos la vida a una competición, cómo perdemos la compostura con tal de obtener algún reconocimiento, cómo nos comparamos inútilmente unos con otros. Detenernos a reflexionar, dejarnos sacudir por una Palabra que cuestiona las prioridades que ocupan nuestro corazón, es una experiencia de libertad. Jesús nos llama a la libertad”.
Y, reflexionando sobre la humildad como “la forma plena de la libertad”, León XIV defendió que “la humildad, en efecto, es ser libre de uno mismo”. Esta, prosiguió, “nace cuando el Reino de Dios y su justicia se han convertido verdaderamente en nuestro interés y podemos permitirnos mirar lejos: no la punta de nuestros pies, ¡sino lejos! Quien se engrandece, en general, parece no haber encontrado nada más interesante que sí mismo y, en el fondo, tiene poca seguridad en sí”.
Para el Papa, “quien ha comprendido que es muy valioso a los ojos de Dios, quien se siente profundamente hijo o hija de Dios, tiene cosas más grandes de las que gloriarse y posee una dignidad que brilla por sí sola”. “Esa se coloca en primer plano, ocupa el primer lugar sin esfuerzo y sin estrategias, cuando en vez de servirnos de las situaciones, aprendemos a servir”, añadió pidiendo que “la Iglesia sea para todos un taller de humildad, es decir, esa casa en la que siempre se es bienvenido, donde los puestos no se conquistan, donde Jesús puede tomar todavía la Palabra y educarnos en su humildad y en su libertad”.