Cien años después de la “Conferencia de Estocolmo”, las Iglesias cristianas se reúnen por la paz

Una semana ecuménica recordará el centenario de la iniciativa que dio un impulso insospechado al movimiento ecuménico

Cien años después de la “Conferencia de Estocolmo”, las Iglesias cristianas se reúnen por la

Del 18 al 24 de agosto se celebrará en la capital de Suecia una “Semana ecuménica” sobre el tema de la paz con representantes de las principales confesiones cristianas. Es una oportunidad para recordar los 100 años de la “Conferencia de Estocolmo”, una fecha clave para el movimiento ecuménico.



“El tiempo de la paz de Dios es más necesario que nunca”. A este llamamiento, lanzado por las Iglesias cristianas de Suecia, responderán estos días, con motivo de una “Semana Ecuménica”, los principales representantes de las Iglesias cristianas del mundo. El trasfondo de esta invitación a Estocolmo, del 18 al 24 de agosto, es un “Año Ecuménico” de los cristianos de Suecia, pioneros en la materia. Este Año Jubilar se decidió para conmemorar la “Conferencia de Estocolmo”, celebrada en 1925, considerada la primera conferencia ecuménica mundial.

Para esta semana, punto culminante del Año Jubilar, se espera la presencia de personalidades destacadas del cristianismo mundial, entre ellas el patriarca de Constantinopla Bartolomé I; el patriarca sirio-ortodoxo de Antioquía Ignacio Efrén II; el obispo luterano alemán Heinrich Bedford-Strohm, presidente del Comité Central del Consejo Ecuménico de Iglesias (COE); el obispo de York Stephen Cottrell, que dirige la Iglesia de Inglaterra de forma interina hasta la elección del nuevo arzobispo de Canterbury; Anne Burghardt, secretaria general de la Federación Luterana Mundial; el obispo católico de Estocolmo, el cardenal Anders Arborelius; y, en representación del Vaticano, monseñor Flavio Pace, secretario del Dicasterio para la Unidad de los Cristianos.

Hace un siglo, “una nueva Nicea”

Si las Iglesias de este país tan secularizado son las anfitrionas de este encuentro es porque hace cien años Estocolmo acogió uno de los acontecimientos fundadores del movimiento ecuménico. En agosto de 1925, Nathan Söderblom, pastor luterano sueco que se convirtió en arzobispo de Uppsala y, como tal, primado de la Iglesia Luterana de Suecia, fue el impulsor de esta “Conferencia Cristiana Universal sobre la Vida y el Trabajo”. Su intención era unir a los cristianos en torno a la oración y a una acción común en favor de la justicia social. Su objetivo: fomentar el entendimiento mutuo, el acercamiento entre las confesiones y, sobre todo, dar un mejor testimonio de los cristianos en el mundo.

Mientras que 1925 marcaba el jubileo de los 1600 años del Concilio de Nicea y la formación del Credo, los organizadores suecos aspiraban a “una Nicea para la ética, para el cristianismo práctico”. “La colaboración de las Iglesias ortodoxas proporcionó esta legitimación simbólica, y el primado de Suecia vio a partir de entonces en la conferencia de Estocolmo una “nueva Nicea”, analiza la investigadora Pandora Dimanopoulou-Cohen en un estudio dedicado al movimiento del cristianismo práctico en el contexto del periodo de entreguerras. El mensaje final firmado por las Iglesias participantes subrayaba así “una sinceridad y un amor mutuo que solo el Espíritu de Dios puede dar”.

Esta primera reunión de Iglesias cristianas —aunque sin la presencia de los católicos— fue el resultado de un importante trabajo de diálogo y negociaciones de paz iniciado durante la Primera Guerra Mundial. El evento fundacional contribuyó en gran medida —además del nacimiento de un fuerte movimiento ecuménico en Suecia— a la creación en 1948 del Consejo Ecuménico de Iglesias (CMI). Esta organización cuenta hoy con más de 350 iglesias de casi todas las tradiciones cristianas (protestantes, anglicanas, ortodoxas, evangélicas, etc.), con la excepción de la Iglesia católica, que mantiene vínculos muy estrechos con ella, y representa a más de 500 millones de cristianos.

La “conferencia de Estocolmo” valió, en parte, a Nathan Söderblom el Premio Nobel de la Paz en 1930 “por sus esfuerzos para implicar a las iglesias no solo en la labor por la unión ecuménica, sino también por la paz mundial”.

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El Papa con el arzobispo de Canterbury en Sudán del Sur

Los cristianos al servicio de la paz

Cien años después, “la cuestión de la paz sigue siendo igual de urgente hoy en día. Es muy significativo que tantas personas —creyentes, pero también representantes de la sociedad civil— hayan respondido a nuestra invitación”, afirma Sofia Camnerin, secretaria general del Consejo Cristiano de Suecia.

Así, la pareja real de Suecia y el primer ministro participarán en esta semana, durante la cual están previstos 75 eventos en el centro de Estocolmo: mesas redondas, seminarios, presentaciones de libros, proyecciones de películas, espectáculos, pero también varias celebraciones ecuménicas de oración y encuentros interreligiosos.

La paz en el mundo es el tema central de las conferencias propuestas: “¿Por qué es importante construir relaciones más allá de las fronteras religiosas?”, “Un nuevo programa ecuménico de lectura de la Biblia para promover el diálogo”, “Una paz justa a la luz de la guerra en Ucrania” o “El legado de los anabaptistas, una comunidad pacífica en tiempos de conflicto”, entre otras.

Para Jonas Thorängen, coordinador del Jubileo Ecuménico de las Iglesias Suecas, “quizás no podamos celebrar la paz como tal por el momento, pero sí podemos celebrar la movilización y los esfuerzos que se están realizando para que se haga realidad en todo el mundo”.


Los fundamentos del movimiento ecuménico

La “Conferencia Cristiana Universal sobre el Cristianismo Práctico” se celebró en 1925 en Estocolmo, Suecia, por iniciativa del arzobispo luterano Nathan Söderblom, Premio Nobel de la Paz en 1930. Se organizó menos de diez años después de la Primera Guerra Mundial y estableció un programa ecuménico centrado en la justicia, la paz y la reconciliación.

Esta conferencia dio origen al movimiento ecuménico del cristianismo práctico, que permitió, entre otras cosas, la creación, en 1948, del Consejo Ecuménico de Iglesias (COE). En la actualidad, reúne a 356 Iglesias de más de 120 países.


* Artículo de Emmanuel Pellat originalmente publicado en La Croix, partner en francés de Vida Nueva

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