El Papa reza el ángelus con los fieles presentes frente al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo en una jornada que comparte con Cáritas de la diócesis de Albano
Tras la misa en un santuario de la diócesis de Albano, el papa León XIV ha vuelto a la Plaza de la Libertad, frente al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, para rezar el ángelus con los fieles presentes. Todo ello en una jornada en la que el pontífice comerá con un grupo de pobres atendidos por la Cáritas diocesana, así como con sus trabajadores y voluntarios. Una ocasión en la que el pontífice ha mostrado su cercanía a las poblaciones de Pakistán, India y Nepal que han sufrido unas inundaciones estos días. También pidió que se desarrollen los esfuerzos para lograr la paz y el final de la guerras, siempre a través del bien común. Alentó, además, las tareas veraniegas desarrolladas por cantidad de instituciones católicas.
Antes de la oración mariana, el Papa reflexionó sobre el evangelio del día (cf. Lc 12,49-53), “en el que Jesús, con imágenes fuertes y gran sinceridad, dice a los discípulos que su misión, y también la de quienes lo siguen, no es toda “color de rosa”, sino que es “signo de contradicción”. Y es que, explicó, así, “el Señor anticipa lo que deberá afrontar cuando en Jerusalén sea agredido, arrestado, insultado, golpeado, crucificado; cuando su mensaje, aun hablando de amor y de justicia, sea rechazado; cuando los jefes del pueblo reaccionen con violencia a su predicación”, algo que también vivieron los primeros cristianos perseguidos.
Para el pontífice, “todo esto nos recuerda que el bien no siempre encuentra una respuesta positiva en su entorno” y que “la belleza de ese bien molesta a quienes no lo acogen, aquel que lo pone en práctica termina encontrando duras oposiciones, hasta sufrir maltratos y abusos”. “Obrar en la verdad cuesta, porque en el mundo hay personas que eligen la mentira, y porque el diablo, aprovechándose de ello, a menudo busca obstaculizar el obrar de los buenos”, constató.
Ante esto, prosiguió, “Jesús, con su ayuda, nos invita a no rendirnos ni a equipararnos con esta mentalidad, sino a seguir obrando por nuestro bien y el de todos, incluso de quienes nos hacen sufrir. Nos invita a no responder a la prepotencia con la venganza, sino a permanecer fieles a la verdad en la caridad. Los mártires dan testimonio de ello derramando su sangre por la fe, pero también nosotros, en circunstancias y de modos diferentes, podemos imitarlos”, destacó poniendo el ejemplo de los padres o los profesores que tienen que decir que no o corregir. “Pidamos juntos a María, Reina de los mártires, que nos ayude a ser, en toda circunstancia, testigos fieles y valientes de su Hijo, y a sostener a los hermanos y hermanas que hoy sufren por la fe”, concluyó tras destacar el ejemplo del martirio de san Ignacio de Antioquía que decía: “Es bueno para mí el morir por Jesucristo, más bien que reinar sobre los extremos más alejados de la tierra”.
