Cris Camargo
He aquí un pibe ejemplar. “Yo me defino como misionero itinerante, son los dos adjetivos con los que me identifico generalmente. Podemos decir que soy misionero, que mi vida hoy en día está cien por cien dedicada a la misión… y a la misión itinerante. Hace ya varios años que no tengo casa, que vivo de la itinerancia de la misión, con la particularidad de que también soy artista, dibujante y muralista”. He aquí a Cris Camargo (Mar del Plata, 1992).
Como dibujante y muralista y, a la vez, misionero itinerante, su vida “mezcla” ambas cosas, porque entiende que “la misión y el arte van de la mano”. ¿El motor de esta misión itinerante? “Poder hacer murales colectivos con las comunidades de cada lugar”. Esa podría ser “una definición rápida de quién soy y de lo que hago o lo que es mi vida”.
Cris, Cristian Daniel Camargo, parte de Argentina, donde comenzó este peregrinaje en 2018, y recorre ahora Colombia, a donde llegó por primera vez en 2020, como lo ha hecho en Venezuela, Panamá, Guatemala, El Salvador o, incluso, Kenia. “Mi forma de comunicarme, de expresarme, siempre fue el arte. Lo fui descubriendo. Y la opción de vida fue también la misión. Ambas van de la mano porque son mis dos opciones de vida. El arte es mi forma de evangelizar, de decir las cosas”, manifiesta.
“Elegí la opción de decir ‘voy a vivir al modo de Jesús’, y eso para mí es ser misionero laico –prosigue–. Cómo expreso y comparto el estilo de Jesús es la forma que tengo de decir las cosas, es expresar el arte y hacerlo desde lo comunitario”. Porque Cris Camargo pinta murales y busca la paz, pinta murales y pide justicia, pinta murales y reparte esperanza: “El arte necesita saber contemplar, saber ver lo que te rodea, lo creado. Ver las realidades de este mundo, todo lo que pasa. Eso, ya de por sí, es un modo de oración”.
Mural de Cris Camargo
Es una misión: “Uno va sumando a esta forma de expresarse la que uno decide vivir. Y creo que la más auténtica es la del misionero. Uno tiene que buscar cuáles son sus formas y la evangelización tiene que salir de ese lado auténtico”, clama. “Siempre cuento la anécdota de que de chico fui medio retraído –continúa–. Mi familia, mi mamá y mis hermanos decían que con los dibujos me expresaba mucho mejor que con las palabras. Es mi forma de expresarme o la que más genuina me sale”.
Su proyecto se denomina Murales por la Paz, y lo creó en 2021 junto al grupo Aguapanelazo América, fundado por jóvenes Misioneros de la Consolata en Ibagué, la capital de Tolima, en los Andes colombianos. “Lo armamos con varios jóvenes de la animación misionera de la Consolata, y creamos Aguapanelazo América. La propuesta con estos jóvenes misioneros no solo era el pintar, sino generar espacios de construcción de paz, de diálogo y, a su vez, ir descubriendo en el camino también que, para poder conseguir la paz –por ejemplo, en Colombia, o en algún otro lugar de conflicto–, primero hay que sanar para poder transformar la realidad. Nadie que no tenga el corazón sano va a buscar la paz”.
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