León XIV, durante el jubileo de los jóvenes en Tor Vergata
Ante más de un millón de peregrinos en Tor Vergata, León XIV clausuró esta mañana el jubileo de los jóvenes, el más multitudinario de cuantos se celebran en Roma en este Año Santo centrado en la esperanza, que convocó Francisco y que culminará el Papa agustino. “Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús”, expresó a modo de resumen en una misa en la que propuso a los presentes cultivar la amistad con Cristo a través de “la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa”.
“Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén, no se conformen con menos”, les encargó el Santo Padre, tomando como referencia a otros jóvenes como ellos, los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos.
Con lecturas de este domingo 3 de agosto como referencia, el Pontífice de origen norteamericano, recordó a los presentes que “el encuentro con el Resucitado que cambia nuestra existencia, que ilumina nuestros afectos, deseos y pensamientos”.
En este sentido, los animó a no tener miedo a la fragilidad. “No para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor”, compartió León XIV. A partir de ahí, invitó a los jóvenes a ponerse en búsqueda: “Hagámonos un taburete para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios”. “Nos encontraremos ante Él, que nos espera; más bien, que llama amablemente a la puerta de nuestra alma”, comentó justo después.
Con referencias a san Agustín y al papa Francisco, en otro momento de la homilía, compartió que “ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces”.
Con esta premisa, se dirigió a los peregrinos para plantearles un particular examen de conciencia: “¿Qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué es lo que nos libera de los pantanos del sinsentido, del aburrimiento y de la mediocridad?”.
León XIV les instó a encontrar la respuesta en las experiencias vividas durante este encuentro en Roma, que han incluido actividades “a través del arte, la música, la informática y el deporte”, pero también momentos de oración, como el particular maratón de confesiones que se celebró el viernes en el Circo Máximo.
“La plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos, como hemos escuchado en el Evangelio, más bien, está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría”, expuso como moraleja a la parábola de Jesús que se proclamó previamente. Papa el Papa agustino, “comprar, acumular, consumir no es suficiente”, sino que “necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las cosas celestiales, para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad”.
Al finalizar la eucaristía y antes de rezar el ángelus y despedirse de los jóvenes, León XIV resumió estos días como “una cascada de gracia para la Iglesia y para el mundo entero”, agradeciendo a los jóvenes su participación, con una mención especial a las peregrinas egipcia y española que han fallecido en estos días, así como a todos los agentes de pastoral que han organizado este jubileo.
El papa Robert Prevost también quiso traer a Tor Vergata a los jóvenes que están sufriendo las consecuencias de los conflictos, especialmente en Gaza y en Ucrania, “en cada lugar en la tierra donde se padece la guerra”. A partir de ahí, compartió con los jóvenes que ellos “son capaces de hacer posible otro mundo, un mundo de fraternidad y de amistad”.
Sus últimas palabras las dedicó a renovar la invitación de la Iglesia a que los peregrinos participen en la Jornada Mundial de la Juventud que acogerá Corea del Sur en 2027.