El sacerdote sirve en el Centro Regional Perinatal, que atiende mayoritariamente a bebés y mujeres embarazadas
La situación en Ucrania sigue siendo grave. Sobre el terreno, continúan los ataques: un niño de 10 años murió y cinco personas resultaron heridas durante un ataque ruso en la ciudad de Kramatorsk. A última hora de ayer, 21 de julio, un ataque con dron golpeó la comunidad de Putyvl, hiriendo a 13 personas, entre ellas un niño de 5 años. También se escucharon fuertes explosiones en Odesa.
Estas acciones se producen tras el gran ataque que tuvo lugar en la noche del 21 de julio, cuando Rusia lanzó 426 drones y 24 misiles, golpeando varias regiones, en particular Kyiv, Járkiv e Ivano-Frankivsk. En la capital, al menos seis distritos sufrieron incendios y destrucción. Resultaron dañados edificios residenciales, un jardín de infancia, un supermercado y almacenes.
En declaraciones a los medios vaticanos, el sacerdote greco-católico de Ivano-Frankivsk, Yaroslav Rokhman, ha compartido su preocupación por su familia (está casado y tiene dos hijos), por sus feligreses y por las pacientes y médicos del Centro Regional Perinatal, donde sirve como capellán.
“Toda la noche escuchábamos el fuerte ruido de las explosiones”, dijo. “Por supuesto, estaba muy preocupado por mis hijos, porque mi pequeña de ocho años estaba en pánico. Bajamos al sótano y fue difícil convencerla de que estábamos en un lugar seguro. Pensaba en todos los niños que estaban en la misma situación o peor. Porque al menos nosotros vivimos en una casa privada, pero muchas familias viven en edificios altos y para ellos es muy difícil llegar a los refugios.”
El joven sacerdote también se preocupaba por las pacientes del centro perinatal, que durante los bombardeos son trasladadas al sótano del hospital. “No hay espacio suficiente para todas. Necesitan buenas condiciones, no un sótano adaptado como refugio”, afirmó.
“El ruido es tan fuerte que te das cuenta de que está muy cerca; te sientes indefenso, no puedes hacer nada. Tienes miedo por tu vida, por la vida de tus hijos, por la vida de otras personas queridas: amigos, feligreses, vecinos”, continúa. “Es extremadamente angustiante, y hoy lo viven muchos ucranianos. Al mismo tiempo, llega un nuevo día y comprendemos que debemos dejar atrás este miedo y seguir adelante con valentía para afrontar un nuevo día y retomar nuestro trabajo”.
Tras una noche tan difícil, el sacerdote decidió no cancelar la misa de las 8:00 y, camino a la iglesia, se dio cuenta de que la mayoría de la gente había hecho lo mismo. “Vi un atasco y me impresionó la cantidad de personas que iban a trabajar. Me hizo pensar en la resiliencia y la fortaleza de nuestra gente. Hoy todos estamos agotados porque hemos estado despiertos toda la noche y es muy difícil empezar el día, pero a pesar de todo la gente sigue adelante, sigue haciendo planes, sigue viviendo”.
Asimismo, Rokhman recordó que cuando comenzó la guerra, el 24 de febrero de 2022, una amiga cuya esposo es militar publicó en redes sociales la foto de un conserje con el texto: “Este hombre alegró mi día”, porque la mañana del primer día de la guerra salió a limpiar el patio como si no hubiera pasado nada.
“Mientras al inicio de la guerra tendíamos más a dejarnos llevar por el pánico o a volcarnos en actividades de voluntariado, quizá de manera caótica, hoy hacer bien nuestro deber, hacer bien nuestro trabajo, es muy importante para no perder la estabilidad y seguir adelante”, afirmó el sacerdote.