Entrevistas

Pablo d’Ors: “Entre Dios y el amor, escojo el amor”

| 21/07/2025 - 07:10





Once años después de que la red de meditadores Amigos del Desierto echara a andar y, posteriormente, fuera aprobada como asociación privada de fieles en la Archidiócesis de Madrid, Pablo d’Ors y su equipo dan un paso al frente para formalizar la constitución de una fundación que busca servir como soporte jurídico-económico al proyecto Athos, la futura colonia monástica y centro de espiritualidad para Amigos del Desierto y buscadores espirituales. A la par, publica Devoción (Galaxia Gutenberg), el último libro del sacerdote, en el que ahonda en “la oración del corazón”, esa que precisamente le ha llevado al desierto de la meditación, que en realidad es un oasis.



PREGUNTA.- Le encuentro en una capilla, rezando con devoción ante el Crucificado…

RESPUESTA.- Los Amigos del Desierto nos saludamos siempre con ese ‘Paz y bien’ franciscano, que de alguna manera también es ‘silencio y luz’. O mejor, amor y silencio, luz y amor. El camino espiritual nos va conduciendo cada vez más al amor de los hermanos, a la humanidad, y eso representa Cristo. En el camino que he recorrido, el silencio me ha llevado Cristo y Cristo me lleva a Jesús. Es decir, la poética te lleva a la mística, y la mística a la poética. Estar ante una imagen del Crucificado alienta y alimenta mi devoción, que está profundamente vinculada con la meditación.

P.- Arranca el libro con una reflexión sobre el ‘orad sin cesar’, que forma parte del ADN de su trayectoria y de Amigos del Desierto. ¿Cómo integrar esa oración 24/7 cuando uno se mueve en un mundo a toda velocidad?

R.- Devoción es una versión y una interpretación de El peregrino ruso, un clásico de la espiritualidad ortodoxa. Hablo precisamente de la oración incesante, nace de cómo es posible orar siempre, es decir, de estar siempre en conexión, en la presencia. En lenguaje contemporáneo no creyente, sería algo así como estar en el presente permanente. El libro responde a esta cuestión apuntando una fórmula que es recitar una jaculatoria, un mantra, que nos acompaña hasta que de algún modo la mente lo acoge, la palabra que tienes en la mente se hace cuerpo y, cuando descubres que eres un cuerpo, descubres que el universo es un organismo. Esta propuesta me la he tomado muy en serio desde hace décadas, no solo en mis tiempos o espacios diarios de silenciamiento interior, sino en la vida cotidiana.

Los espacios y tiempos específicos para meditar son lo que te hacen estar despiertos para la vida diaria, para estar conectado, en presencia, en el presente. Llega un punto en el que no hay tanta diferencia entre la vida de oración específica y la vida de acción, porque estás bañado en ese espíritu que te acompaña permanentemente. No es que haya tanta diferencia interiormente entre estar en un retiro en un monasterio en el Pardo y en el alboroto de la estación de Chamartín, porque en realidad lo que tenemos fuera es un espejo de lo que tenemos dentro. Esto no significa que no tengamos –y yo no siga teniendo– necesidad de espacios de apartamiento para precisamente estar despierto en la vida cotidiana, pero sí creo que es posible cada vez más instalarse en la consciencia, vivir en una presencia más permanente, no estar fugándose ni escapándose, sino viviendo desde el yo profundo en cualquier momento.

Voluntad de respuesta

P.- En otros grupos recién creados, hay cierto empeño en multiplicarse por países como signo de fecundidad, lograr una rápida aprobación estatutaria de Roma como aval. No le veo abrumado por esta carrera…

R.- Nosotros estamos respondiendo a la realidad, a las personas. No vamos a ningún sitio donde no nos llaman. No hay una voluntad expansiva, sino voluntad de respuesta a las demandas, porque hay muchos cristianos en todo el mundo, sobre todo en las regiones hispanoparlantes, que sintonizan con este carisma y esta propuesta. Intentamos darles respuesta, pero nunca pensamos en masas o en gente en general, sino en personas concretas a las que acompañamos.

Sobre el reconocimiento oficial, nos sentimos claramente un movimiento de Iglesia, si bien estamos en una situación espiritual y teológica de frontera, porque estamos dialogando con otras realidades, porque practicamos lo que llamamos la meditación integral. Desde una tradición cristiana, todo aquello en lo que haya belleza y bien que nos puede enriquecer, nos puede ayudar a reformular lo propio. Eso es un lugar genuino y delicado. Además del reconocimiento como asociación privada que tenemos, en este monacato secular del Tabor de gente consagrada, claro que nos gustaría tener también un aval más. De alguna manera, hemos empezado alguna gestión todavía tibia para caminar en ese sentido.

Etiquetas: Pablo d’Ors
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