Con su visita, Pizzaballa y Teófilo III les han ofrecido “el consuelo, la oración, la cercanía de los pastores, de todos los fieles, de todas las personas de buena voluntad”
Pizzaballa en Gaza
Los 600 fieles que, desde hace casi dos años, con el inicio de la guerra, se refugian en la Parroquia de la Sagrada Familia de Gaza, la única católica de la franja palestina, se encuentran bajo un fuerte impacto. Todo después de que, el pasado 17 de julio, un tanque israelí lanzara un proyectil al templo y causara tres muertos y diez heridos; entre ellos, el párroco, Gabriel Romanelli.
Con todo, está siendo balsámica la visita a la comunidad que el Gobierno de Netanyahu ha autorizado, entre el viernes 18 y este lunes 21, al patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, y al patriarca griego ortodoxo, Teófilo III. Además de sus “condolencias y solidaridad”, estos han podido llevar cientos de toneladas de ayuda humanitaria, han podido evacuar a los heridos y, mientras permanecen en suelo gazatí, se ha garantizado que la zona no sería atacada.
Pese a todo, Romanelli ha querido advertir que “la situación sigue siendo muy grave en toda la Franja de Gaza”. En declaraciones a Vatican News, el religioso argentino ha compartido cómo, pese a todo, “nos sentimos reconfortados por la cercanía de la Iglesia, como siempre. El papa León nos llamó”.
También ha sido fundamental el gesto de apoyo de Pizzaballa y Teófilo III, que les ha regalado “una visita muy sentida, muy hermosa, en medio de esta tragedia”, ofreciéndoles “el consuelo, la oración, la cercanía de los pastores, de todos los fieles, de todas las personas de buena voluntad”.
Pese a todas las dificultades, no se rinden. Aunque no es fácil: “Seguimos rezando por la paz, para convencer al mundo de que esta guerra no traerá nada bueno, así que, cuanto antes termine, mejor para todos: para Palestina, para Israel, para todos”.
Y es que su precio es altísimo: “Qué puedo decirles… Hemos perdido tanto, hemos sufrido tanto y estamos sufriendo tanto… Aunque lo ofrecemos en nombre del Señor”. Y tomando las palabras de Jesús en la cruz: “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Desde ese espíritu fraterno, Romanelli sueña con ser medicina del alma para que se cumpla el gran anhelo de todos: “Convencer al mundo entero de poner fin a esta guerra para empezar a reconstruir la paz, la justicia, la reconciliación, tanto en Palestina como en Israel”.
En otra conversación con la agencia SIR, el párroco gazatí ha reivindicado “la extraordinaria paciencia de quienes viven aquí. Incluso en medio de tanto dolor, muchos sirven a los demás. Es conmovedor”.
Sobre la implicación de la Iglesia con la gente en este momento de dura prueba, el sacerdote cuenta cómo “intentamos por todos los medios conseguir ayuda. Pero la gran mayoría de la población no tiene nada: ni comida ni agua. Estos días, por ejemplo, la temperatura percibida es de 42 grados. La gente está agotada, desesperada, y los bombardeos continúan. En medio de esta oscuridad, la Iglesia trabaja para asegurar que llegue algo. Pero, por desgracia, hasta ahora no lo hemos conseguido. Esperamos que llegue en los próximos días, aunque la situación es muy grave”