La iglesia Matriz de Gondomar, en las afueras de la ciudad de Oporto, en el norte de Portugal, acogió el funeral y posterior entierro de los futbolistas Diogo Jota y André Silva, hermanos que fallecieron tras sufrir un accidente de tráfico en una carretera de Zamora.
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Diogo Jota, de 28 años, era futbolista del Liverpool -equipo que tiene por cántico el famoso “you’ll never walk alone” (“nunca caminarás solo”) desde 2020 y también ha vestido la camiseta de Portugal, además la muerte se produjo tan solo unos días después de haberse casado con Rute Cardoso, su novia de toda la vida, con quien tenía tres hijos. Por su parte, Silva, de 26 años, seguía los pasos de su hermano y jugaba en la segunda división del club portugués Peñafiel.
“Es humano llorar”
Junto a la familia, destacó en el velatorio y el funeral la presencia –y polémicas ausencias– de muchos futbolistas cercanos a los hermanos. La celebración estuvo presidida por el obispo de Oporto, Manuel Linda, quien prometió sus oraciones a la familia y resaltó el sufrimiento de personas como la mujer y los hijos de Diogo Jota –a quienes citó expresamente: Dinis, Mafalda y Duarte–, que no estuvieron presentes en las exequias según recoge el Daily Mail.
“Estamos aquí para decir que nosotros también sufrimos mucho. Estamos aquí con vosotros emocionalmente. Es humano llorar. Lástima por nosotros si no lo hiciéramos”, recalcó el prelado que invitó a a tener “fe y esperanza en la resurrección”. “Esta comunión de vida se logra a través del bautismo y las obras”, añadió prometiendo la presencia de Jesús en estos momentos tan dolorosos.
Además, en la celebración participó el sacerdote Alípio Germano Barbosa, antiguo párroco de Gondomar, que dio la primera comunión a los hermanos que recibieron la catequesis en el mismo templo. En declaraciones a la agencia AP, relató que siguió “de cerca el crecimiento humano y cristiano de estos dos jóvenes, con gran afecto por ellos y por su familia”.
“Eran niños muy educados, humildes y con mucho valor. De hecho, siguiendo los pasos de sus padres y abuelos, estaban muy vinculados a la comunidad local y, naturalmente, participaban de la vida comunitaria, de los sacramentos, de la asociación cristiana, de la comunión”, apuntó el párroco.