Los obispos de Estados Unidos aseguraron que son “palpables los gritos de ansiedad y miedo que se escuchan en las comunidades de todo el país a raíz de un aumento en las acciones de aplicación de la ley de inmigración”.
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Desde el 6 de junio aumentaron las redadas de migrantes ilegales, lo que generó inconformidad entre la población expresada en protestas -algunas de ellas violentas- en las ciudades principales de Estados Unidos, como Los Ángeles, ante la aplicación del Programa de Deportación Masivo del presidente Donald Trump, cuya pretensión es realizar 3,000 detenciones cada día.
En ese contexto, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), el arzobispo Timothy P. Broglio, a nombre de los obispos aseguró que, “como sus pastores, su miedo resuena en nuestros corazones y hacemos nuestro su dolor. Cuenten con el compromiso de todos nosotros para estar con ustedes en esta hora difícil”.
Ser un signo de esperanza
Los obispos de los Estados Unidos señalaron que “si bien las acciones de aplicación de la ley para preservar el orden y garantizar la seguridad de la comunidad son necesarias para el bien común, no podemos dejar de escuchar la ansiedad y el miedo en las comunidades”.
Recordaron que apenas el fin de semana cuando el papa León XIV habló con los jóvenes de Chicago, “nos recordó que en el corazón de la fe cristiana está una invitación a compartir en la comunión de la vida y el amor del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la primera comunidad y basada completamente en el amor. El Santo Padre también nos desafió a ser un signo de esperanza haciendo del mundo un lugar mejor“.
Teniendo en cuenta el mensaje del papa León XIV -dijeron los obispos- “nadie puede dejar de escuchar los gritos palpables de ansiedad y miedo en las comunidades de todo el país a raíz de un aumento en las acciones de aplicación de la ley de inmigración”.
“Un sistema de inmigración gravemente deficiente”
Para los obispos, las acciones de aplicación de la ley destinadas a preservar el orden y garantizar la seguridad de la comunidad son necesarias para el bien común; “sin embargo, los esfuerzos actuales van mucho más allá de los que tienen antecedentes penales. En el contexto de un sistema de inmigración gravemente deficiente, el arresto masivo y la expulsión de nuestros vecinos, amigos y familiares solo sobre la base del estatus migratorio, particularmente de maneras arbitrarias o sin el debido proceso, representan una profunda crisis social ante la cual ninguna persona de buena voluntad puede permanecer en silencio”.
“La situación está lejos de la comunión de la vida y el amor por la que esta nación de inmigrantes debería esforzarse. Las muchas acciones de protesta en todo el país reflejan los sentimientos morales de muchos estadounidenses de que la aplicación por sí sola no puede ser la solución para abordar los desafíos migratorios de nuestra nación. Si bien la protesta y la disidencia pueden ser una expresión legítima de participación democrática, la violencia nunca es aceptable”, añadieron los obispos.
En ese sentido, citaron lo dicho por el papa Francisco en Evangelii gaudium: “sin igualdad de oportunidades, las diferentes formas de agresión y conflicto encontrarán un terreno fértil para crecer y eventualmente explotarán”.
“Acciones que desgarran el tejido de nuestras comunidades”
Manifestaron que la “falta crónica de oportunidades de estatus legal para nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, junto con la creciente negación del debido proceso contra ellos, es perjudicial para la dignidad humana y es un factor considerable en la ruptura del estado de derecho. Del mismo modo, las acusaciones infundadas contra los proveedores de servicios católicos, que todos los días se esfuerzan por proporcionar apoyo y atención crítica a los más vulnerables, contribuyen a las tensiones sociales y a un clima creciente de miedo”.
El arzobispo Broglio reiteró: “En nombre de mis hermanos obispos, quiero asegurar a todos los afectados por acciones que desgarran el tejido de nuestras comunidades la solidaridad de sus pastores”.
“Reconozco a aquellos en nuestro servicio católico y organizaciones comunitarias que trabajan para promover el bien común al unir las heridas de los afligidos. Que aquellos motivados por la urgencia del momento actual de trabajar por soluciones justas y humanas a estos desafíos de inmigración conozcan la cooperación y la buena voluntad de los obispos católicos de nuestro país”, concluyó.