A solo dos meses de las elecciones generales para elegir al sucesor de Luis Arce, presidente de Bolivia, la violencia se ha desatado tras la inhabilitación del socialista Evo Morales.
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A ello se suman protestas, exigiendo la renuncia de Arce, por la grave crisis económica que enfrenta el país.
Bolivia lleva más de una semana de bloqueos y enfrentamientos entre quienes quieren que Evo vuelva – con tres periodos entre 2006 y 2019 – y quienes defienden el orden democrático.
Una situación que ha dejado seis muertos, centenares de heridos, escasez de alimentos y medicinas, por lo que los obispos han rechazado la violencia que “no puede ni debe convertirse en el mecanismo para resolver las diferencias”.
Madurez y responsabilidad
Los prelados no justifican “la pérdida de vidas humanas” y ven con mucha preocupación el aumento de la polarización.
“Estamos entrando en una espiral peligrosa de odio y muerte que solo traerá más dolor y división”, han advertido.
Reiteraron que como Iglesia se ponen del lado de quienes sufren, de quienes “no pueden acceder a alimentos ni medicinas. Oramos por cada familia boliviana que en estos momentos vive en incertidumbre”.
Pidieron a todos los actores políticos, sociales y comunitarios defender la vida, en especial, “asumir con madurez y responsabilidad histórica este momento difícil”.
Solidaridad con las familias
Percy Galván, arzobispo de La Paz y vicepresidente del Episcopado, reiteró el llamado a dirimir las diferencias mediante el diálogo.
En conferencia de prensa, el prelado se ha solidarizado con las familias de los fallecidos y aseguró que la polarización profundiza la división entre bolivianos, “solo trae muerte y dolor”.
Llamó a los políticos a “renunciar a intereses personales, grupales y partidarios” para poner en primer plano el bien común que se logra sólo mediante el diálogo.
Además de afectar la convivencia ciudadana, Galván advirtió que la “actual situación” tiene en jaque la economía de las familias, golpeadas por la “especulación y escasez”.
Foto: EFE