El papa León XIV ha comenzado sus audiencias de los miércoles recibiendo a los participantes en el Jubileo de las Iglesias Orientales en el Aula Pablo VI. Ante ellos hizo una llamamiento de paz y mostró la disposición de la Santa Sede está para que “los enemigos se encuentren y se miren a los ojos”.
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Difundir la paz
El nuevo Papa quiere que “la paz se difunda, emplearé todos los esfuerzos”, añadió ofreciendo la medición del Vaticano “para que a los pueblos se les devuelva la esperanza y se les dé la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”. León XVI reclamó que “callen las armas” en guerras como la “de Tierra Santa a Ucrania, del Líbano a Siria, de Oriente Medio a Tigray y el Cáucaso, ¡cuánta violencia!”, lamentó recordando que muchas de las Iglesias orientales son “martiriales”. Ante este panorama, insistió, “sobresale un llamamiento: no tanto el del Papa, sino el de Cristo, que repite: ¡La paz esté con vosotros!”.
“Recemos por esta paz, que es reconciliación, perdón, valor para pasar página y volver a empezar”, invitó añadiendo que “la paz de Cristo no es el silencio sepulcral tras el conflicto, no es el resultado de la opresión, sino que es un don que mira a las personas y reactiva sus vidas”. Para el pontífice, “los pueblos quieren la paz y yo, con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos! La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben ser silenciadas, porque no resuelven los problemas sino que los aumentan; porque pasará a la historia quien sembrará la paz, no quien cosechará víctimas; porque los otros no son ante todo enemigos, sino seres humanos: no villanos a los que odiar, sino personas con las que hablar”.
Cristianos perseguidos
“Hay que dar a los cristianos la posibilidad, no sólo de palabra, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. Por favor, ¡que se esfuerce por ello!”, añadió León XIV. Y es que entre los fieles orientales, denunció, algunos son “obligados a huir de sus territorios de origen a causa de la guerra y la persecución, la inestabilidad y la pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder no sólo su patria, sino también su identidad religiosa. Y así, con el paso de las generaciones, se pierde el inestimable patrimonio de las Iglesias orientales”, denunció.
“La Iglesia os necesita. ¡Qué grande es la aportación que el Oriente cristiano puede darnos hoy!”, alabó el Papa que los considera “luces del mundo”. “El esplendor del Oriente cristiano exige, hoy más que nunca, liberarse de toda dependencia mundana y de toda tendencia contraria a la comunión, para ser fieles en la obediencia y el testimonio evangélicos”, concluyó.