El Papa pide a los sacerdotes un “ministerio jubilar” pero sin “tocar la trompeta, sino en la entrega silenciosa”

El Pontífice recordó a los sacerdotes de Roma en la Misa Crismal que “el pastor que ama a su pueblo no vive en búsqueda de aprobación y consenso a toda costa”

El Papa pide a los sacerdotes un “ministerio jubilar” pero sin “tocar la trompeta, sino en la

El presidente emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el cardenal italiano de 82 años Domenico Calcagno, ha sido el delegado del papa Francisco para presidir, en la mañana de este Jueves Santo y junto con una representación del consejo presbiteral de la Diócesis de Roma, así con diferentes fieles, la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro. En este Jubileo de 2025 unos 1.800 concelebrantes han renovado sus promesas sacerdotales.



Según la tradición, en la mañana de este Jueves Santo es consagrado el crisma y bendecidos los Santos Óleos en unas imponentes ánforas en las que el celebrante sopló sobre el aceite perfumado destinado a ser el crisma. El presidente de la celebración ha estado acompañado por el primero de los cardenales obispos, los cardenales vicarios generales para la Diócesis de Roma, Baldassare Reina, y para el Vaticano, Mauro Gambetti, así como el obispo Renato Tarantelli Baccari, vicegerente de la diócesis romana.

Sacerdotes jubilares

Tradicionalmente, en esta celebración de Semana Santa que precede a la tarde, de carácter privado, en la que se rememora la Última Cena y la Institución de la eucaristía; el papa Francisco ha hecho en el pasado las homilías más extensas de lo que acostumbra en sus celebraciones por lo que la expectación siempre es máxima. Como se está haciendo desde la última hospitalización el cardenal delegado leyó el texto preparado por el pontífice.

“Al renovar el Jueves Santo las promesas de la ordenación, confesamos que sólo podemos leer esa historia desde Jesús de Nazaret”, señaló Francisco en la homilía dirigiéndose a los sacerdotes y obispos. Jesús, prosiguió, “abre también el libro de nuestra vida y nos enseña a encontrar los pasajes que nos revelan su sentido y misión” “un ministerio de esperanza, porque en cada una de nuestras historias Dios inaugura un jubileo, es decir, un tiempo y un oasis de gracia”. “Es todo un pueblo el que encuentra consuelo cuando el jubileo comienza en nuestra vida”, reclamó el Papa deseando que esto no sea solo cada 25 años, “sino en esa cercanía cotidiana del sacerdote con su gente, en la cual se cumplen las profecías de justicia y paz”.

Por ello pidió una “conversión” para ser “peregrinos de esperanza, para salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza”. “El pastor que ama a su pueblo no vive en búsqueda de aprobación y consenso a toda costa”, añadió, sino que “la fidelidad del amor transforma: los primeros en reconocerlo son los pobres; luego, lentamente también inquieta y atrae a los demás”.

Misa Crismal Oleos

Volver a la Palabra

“Queridos sacerdotes, cada uno de nosotros tiene una Palabra que cumplir. Cada uno de nosotros tiene con la Palabra de Dios una relación que viene desde lejos. Y la ponemos al servicio de todos sólo cuando la Biblia sigue siendo nuestro primer hogar”, prosiguió el Papa invitando a releer aquellos pasajes que mayor resonancia tengan para cada uno como en el caso de la vocación como hace Jesús en el pasaje de la sinagoga de Nazaret que se ha proclamado en la celebración.

Con Jesús, añadió, “todo se transforma”, por el Espíritu “el pueblo percibe su soplo cuando en nosotros las palabras se hacen realidad. Los pobres, antes que otros, así como los niños, los adolescentes, las mujeres y también quienes han sido heridos en su relación con la Iglesia, tienen “olfato” para el Espíritu Santo: lo distinguen de otros espíritus mundanos, lo reconocen cuando coinciden en nosotros el anuncio y la vida”.

Pero, continuó, cuando se falla: “¡nunca hay que desanimarse, porque es obra de Dios! ¡Creer, sí! ¡Creer que Dios no fracasa conmigo! Dios nunca falla”. Y es que, añadió, “hasta el último día, es siempre Él quien nos evangeliza, quien nos libera de nuestras prisiones, quien nos abre los ojos, quien aliviana la carga puesta sobre nuestros hombros” y “al llamarnos a su misión y al insertarnos sacramentalmente en su vida, Él también libera a otros a través de nosotros”; porque “nuestro sacerdocio se convierte en un ministerio jubilar, como el suyo, sin sonar el cuerno ni la trompeta; en una entrega silenciosa, pero radical y gratuita”.

Además, recordó que “nuestra casa común, tan herida, y la fraternidad humana, tan negada pero imborrable, nos llaman a tomar posición. La cosecha de Dios es para todos: un campo vivo, donde crece cien veces más de aquello que fue sembrado. Que nos anime, en la misión, la alegría del Reino, que recompensa todo esfuerzo”. Por ello pidió a todos los fieles que “recen hoy por la alegría de los sacerdotes”.

Misa Crismal Baldaquino

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