En los últimos 25 años, el tercer sector español ha experimentado una evolución significativa y ha pasado de una labor primordialmente asistencial a un enfoque más holístico y sistémico, centrado en la defensa de derechos y en el empoderamiento. Este cambio se ha visto respaldado por las Convocatorias de Proyectos Sociales de la Fundación ‘la Caixa’, que desde 1999 han impulsado más de 23.500 iniciativas.
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A finales del siglo XX, la acción social en España tenía un marcado carácter asistencial: se entregaban bienes de primera necesidad y se habilitaban servicios esenciales para la población vulnerable. “Atendíamos necesidades puntuales y básicas”, recuerda Toni Bruel, colaborador del Área de Relaciones con Entidades Sociales de la Fundación ‘la Caixa’. Sin embargo, la experiencia y los aprendizajes acumulados propiciaron un giro en el tercer sector.
“Hoy, la atención se basa en escuchar a las personas, conocer su contexto social e integrarlas en itinerarios. El individuo deja de ser solo el beneficiario de las ayudas para convertirse en el protagonista”, subraya el experto en ayuda humanitaria, que ha presenciado estos cambios desde la primera línea. Este nuevo enfoque –más integral, para responder a múltiples vulnerabilidades sociales, y fundamentado en los derechos sociales– se organiza, según Bruel, en torno a cuatro pilares: “La búsqueda de la igualdad de oportunidades, la atención sociosanitaria integral, el fomento de la autonomía personal y la construcción de una sociedad diversa e inclusiva”.
En este proceso de transformación ha desempeñado un papel fundamental la Fundación ‘la Caixa’, que ha apoyado el cambio a través de sus Convocatorias de Proyectos Sociales. Desde 1999 han respaldado el trabajo de 8.446 entidades y han permitido desarrollar 23.518 proyectos que han beneficiado a más de 10 millones de personas en situación de vulnerabilidad. Para conmemorar los 25 años de estas convocatorias se han celebrado actos por toda España con entidades colaboradoras para analizar la evolución de la acción social del tercer sector y debatir sobre los retos de futuro.
Empoderamiento y autonomía
La Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (COGAMI), con 35 años de trayectoria, es un buen ejemplo de este cambio de paradigma. La entidad ha pasado de una acción social habilitadora a trabajar para el empoderamiento y la autonomía de las personas. “Hemos cambiado el modelo asistencialista y médico por uno basado en derechos. Nuestra meta es que la persona con discapacidad pueda gestionar su vida en las mismas condiciones que cualquier otro ciudadano”, subraya su presidente, Anxo Queiruga.
Un proceso similar describe Rosa Balaguer, directora general del Casal dels Infants per a l’Acció Social als Barris, en el barrio del Raval de Barcelona. Su asociación pasó de cubrir directamente las necesidades básicas de los niños y jóvenes a los que atendía a apoyarse en el tejido comunitario y complementar el trabajo de los distintos agentes del territorio para garantizar que todas las familias del barrio tuvieran acceso a los servicios clave: “Nos dimos cuenta de que no tenía sentido ofrecer una respuesta global solo a unos pocos menores”.
Por su parte, José Carlos Bermejo, director general del Centro de Humanización de la Salud desde 1992, destaca la evolución de su entidad, dedicada a la atención sociosanitaria, “desde un modelo centrado en satisfacer la dimensión física de la persona, las emergencias, a un enfoque más completo que cuida las seis dimensiones: lo físico, lo cognitivo, lo emocional, lo relacional, lo valórico y lo espiritual”. Según el religioso camilo, se trata de “un proceso de humanización que nos invita a mirar a las personas como somos: dignas y de una categoría bastante distinta al resto de las especies”.