Gaza. Foto: Cáritas Jerusalén
“La tregua en Gaza es frágil. Sigue habiendo muertes, incidentes y dificultades. En las últimas horas hay numerosos cortes de luz y se interrumpe la entrada de ayudas. Las que han llegado hasta ahora no son suficientes, ya que su volumen es ínfimo en comparación con las necesidades de la gente. Hay un riesgo real de hambruna”.
Este es el lamento de Anton Asfar, secretario general de Cáritas Jerusalén, que ha ofrecido su testimonio a los medios en la mañana de este 11 de marzo en la sede central de Cáritas Española, en Madrid. Una ocasión que ha aprovechado para elevar la voz en nombre de “las muchas personas que en Gaza viven en edificios destruidos, en tiendas… La falta de electricidad afecta mucho a los hospitales y a la planta de desalinización, por lo que falta el agua corriente. La gente se baña en el mar; la higiene se ve muy afectada y se extienden muchas enfermedades”.
Concretamente, “quedan alimentos para una semana y medicinas para un mes, pero la gasolina no entra, lo que tiene su consecuencia directa en la falta de suministro a los hospitales. Las autoridades de Israel no han escuchado nuestra solicitud y tampoco permiten que se envíen kits sanitarios para niños”.
De ahí que pida “a la Unión Europea” que “presione para que entre ayuda de un modo incondicional, como refleja el derecho humanitario internacional. Además de que es esencial que cese toda acción militar”. También “en Cisjordania”, donde estos días son muchos los que le cuentan cómo “les dan tres horas de margen para tener que huir de sus casas”.
Asfar ha detallado cómo “contamos con unas 150 personas en el equipo de Cáritas Jerusalén, entre trabajadores y voluntarios. Todos tienen heridos y muchos se han visto obligados a desplazarse internamente; algunos, hasta diez veces. Desde el principio de la crisis, muchos permanecen alojados en la parroquia ortodoxa de San Porfirio y en la católica de la Sagrada Familia”.
Pero ni aun así se encuentran a salvo: “Siempre tenemos presente a una de nuestras trabajadoras, Viola, que murió en el bombardeo israelí a la iglesia de San Porfirio, al inicio de la ofensiva. Era joven y tenía un bebé. Su muerte causó un trauma en el resto del equipo, pues ella estaba comprometida en la primera línea y encarnaba nuestro lema: ‘Ponemos el amor en acción’. Esa noche, además, fallecieron 18 cristianos inocentes. De ellos, 12 personas de la misma familia, incluidos la hermana de Viola y sus hijos”. También han perdido a “un compañero farmacéutico, cuyo edificio fue bombardeado y murieron 30 personas de la misma familia. Solo sobrevivió una hija de tres años”.
En todos estos meses de conflicto directo entre Hamás e Israel, desde los atentados de la milicia islamista del 7 de octubre de 2024, Cáritas Jerusalén ha debido adaptarse a las circunstancias: “Tenemos un centro médico al lado de uno de los principales campos de refugiados, pero tuvimos al acierto de llevarnos todo el instrumental médico al complejo eclesial donde están las parroquias católica y ortodoxa”. Además, “muchos compañeros se trasladaron al sur y organizaron unidades sanitarias móviles, contando con un total de 17. Somos de las pocas organizaciones que hemos estado presentes desde el principio de la crisis, pese a todas las dificultades”.
Con todo, sufren por la falta de medios: “Llegan mujeres, niños y muchas personas que carecen de lo más básico para sobrevivir. Un padre llamó desesperado por su hija de dos años, que pesaba ocho kilos y estaba completamente desnutrida. Les ayudamos con comida y medicinas. Ayudamos así a mucha gente, pero solo es una gota en el océano”.
Y es que, cuando, como ahora, “la ayuda se bloquea en Gaza” y se corta el suministro de alimentos o de electricidad, “se violan los derechos humanos”, pues es muchísima la necesidad. Lo que se aprecia “cuando caminas por las calles y solo encuentras destrucción. Con el alto el fuego de hace unos meses, los miembros de nuestros equipos móviles del sur subieron, pero se encontraron con una pesadilla, pues solo vieron sus casas y ganados destruidos… No hay modo de salir adelante”.
Un horror que, como recalca Asfar, “también se vive en Cisjordania y en Jerusalén este. El otro día, tardé siete horas en volver a la capital desde Jenín, por las muchas trabas burocráticas para movernos”. Igualmente, “muchos de nuestros trabajadores, que son palestinos, no pueden venir a la oficina por no tener visado”.
Por supuesto, no es mejor la situación en los campos de refugiados, que “también están muy afectados” y están padeciendo estas semanas evacuaciones forzosas. De ahí que sea clave que “la Unión Europea presiones a Israel para que se mantenga la UNRWA”, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, cuya acción ha sido vetada por el Gobierno de Netanyahu.
Por su parte, Cáritas actúa “en total coordinación con el Patriarcado Latino de Jerusalén, siendo de hecho el cardenal Pizzaballa nuestro presidente. Y yo mismo estuvo trabajando 23 años en el departamento financiero del Patriarcado. Buscamos aplicar respuestas distintas y complementarias. Nosotros estamos más centrados en la atención médica”. Así, “hemos acompañado 84.000 casos de salud primaria y a un total de 45.000 familias. Más de 2.000 casos han sido en salud mental, así como 14.000 niños o 2.000 personas con discapacidad”.
Fruto de su experiencia, Asfar tiene claro una cosa: “El pueblo palestino se va a quedar en su tierra. Tras 15 meses de crisis, no se van a ir. Muchos se marchan, como vemos con las familias cristianas, que han pasado de unas 1.500 a 600. Pero, en general, se van a quedar”.
Y es que “lo que vemos ahora es diferente de lo que ocurrió en 1948, cuando los países árabes de la zona absorbieron a muchos palestinos que debieron huir tras perder en la guerra”. Por ello, “aunque no soy un político, sí puedo afirmar que el plan de Trump para vaciar Gaza no es aplicable si se tiene en cuenta la voluntad de los palestinos. Tengo mucho contacto con las Cáritas de Jordania o Egipto y por eso conozco de primera mano la postura de sus gobiernos y el sentir del mundo árabe. No, esta vez no hay intención de absorber a los refugiados palestinos”.
En general, aprecia que “la causa palestina ha sido olvidada durante mucho tiempo. Se dio un gran paso para la paz con los Acuerdos de Oslo de 1993, pero luego, durante décadas, faltó presión de la comunidad internacional para que se aplicasen de verdad”. De ahí que, como sienten en Cáritas Jerusalén, “nos corresponde trabajar también para generar una cultura de paz, canalizando las frustraciones y el enfado de la gente”.
Por su parte, Cáritas Española lleva más de 20 años trabajando mano a mano con su homóloga en Tierra Santa, ofreciendo apoyo técnico y solidaridad en Gaza, Cisjordania y Jerusalén. Ante la crisis de este último año y medio, han debido amoldar sus respuestas, centrándose en los proyectos de tipo socioeconómico en Cisjordania y de emergencia en Gaza. Para ello, estos meses se ha aportado un millón y medio de euros a Cáritas Jerusalén.
Fotos: Cáritas Jerusalén.