Franziska Buttinger, la monja que promueve la igualdad desde la dirección de un hospital en Austria

La religiosa lleva 20 años a la cabeza de la clínica religiosa Wels-Grieskirchen, con más de 4.ooo empleados a su cargo

Franziska Buttinger, la monja que promueve la igualdad desde la dirección de un hospital en Austria

Desde hace 20 años, la hermana Franziska Buttinger dirige la clínica Wels-Grieskirchen, el hospital religioso más grande de Austria. A sus 70 años, sigue con energía y compromiso liderando un equipo de 4.300 empleados. “Estoy en plena forma, me gusta mi trabajo y disfruto al trabajar con la gente”, expresó la religiosa en una reciente entrevista recogida por Katholisch.



En el marco del Día Internacional de la Mujer, la hermana Buttinger hizo un llamamiento urgente para poner fin a la violencia contra las mujeres: “Es un problema que debemos enfrentar juntos”. La clínica que dirige no es ajena a esta lucha y actualmente alberga una exposición sobre la violencia de género para concienciar a pacientes y empleados. Además, la igualdad salarial es una prioridad en su hospital: “Aquí no hay diferencias entre hombres y mujeres que ocupan los mismos cargos”.

Camino hacia la dirección

Convertirse en directora de un hospital nunca fue su plan. “Siempre digo que simplemente ocurrió, no fue algo que elegí”, confesó Franziska. Su trayectoria comenzó como enfermera, luego dirigió una escuela de enfermería y en 2005 pasó a la dirección del hospital. Tres años después, supervisó la fusión de dos centros médicos en uno solo. “Por supuesto que tuve dudas, pero cada reto lo afronté con esperanza y determinación”, recordó.

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Franziska Buttinger dirige la Clínica Wels-Grieskirchen.

Para la hermana, administrar una institución de esta magnitud implica tomar decisiones difíciles. “A veces hay que decir: esto se puede hacer, esto no”, explicó. Uno de los momentos más duros es cuando se deben realizar despidos. “Siempre intentamos evitarlos pero, si ocurre, hay que poder mirarse a los ojos después”, comentó. También reconoció que la escasez de personal es un problema que afecta a muchos hospitales.

Una vida de servicio

Buttinger recibió la llamada a ser monja a los 29 años, aunque inicialmente tuvo dudas. “Tenía un buen trabajo y un bonito apartamento. Me pregunté si la vida religiosa realmente era para mí“, recordó. Actualmente, vive en el hospital con otras dos hermanas y asegura que una habitación le basta para sentirse en paz.

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