El clamor de Irina y sus hijos: “Que pare la guerra en Ucrania y se reconstruya todo”

Refugiados ucranianos en Madrid

En el municipio madrileño de El Molar (de poco más de 8.000 habitantes), los hermanos ucranianos Illia y Alosha Shumskii dan toques al balón sobre el césped del campo del C. D. Molareño. Para estos adolescentes, jugar al fútbol ha sido la principal herramienta de integración al llegar a España. Les ha servido, además, para despejar la mente y meter en un cajón, aunque sea durante un rato, el sonido de las sirenas antiaéreas y los malos recuerdos.



Hace ahora dos años, su madre, Irina Shumska, cogió a los dos chavales y al gato, Persik, y casi con lo puesto salieron de Odesa. Tras una odisea de semanas llegaron a España y, gracias a la Asociación Valdeperales y al programa ‘Tiende una mano. Acoge’, de la Fundación la Caixa, conocieron a Elena Pavón, Jesús Díaz y su hijo Iker (11 años), su familia de acogida.

La mayoría, mujeres y niños

Los seis, más el perro Martín y el gato Nube (Persik falleció hace un año), han formado una nueva familia. Es uno de los muchos casos de acogida que se han materializado desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. En este tiempo, España ha otorgado protección a casi 200.000 ciudadanos de Ucrania: más del 60 % son mujeres, y más del 30 %, menores. “Lo que más echo de menos de Odesa es a mis amigos y la playa”, recuerda Illia, que a finales de julio cumplirá 16 años. Su hermano Alosha, de 14 años, asiente.

Irina, divorciada, era entrenadora personal en un hotel y también monitora en una escuela especial para menores invidentes de Odesa. El 24 de febrero de 2022, fecha del inicio de la invasión, la ciudad sufrió los primeros bombardeos rusos por mar y aire. Aguantaron varios meses y dejaron de ir a clase, yendo a un refugio sin plazo definido. Hasta que una mañana hicieron las maletas. “Cogimos un tren y tardamos doce horas en llegar al norte de Ucrania, a una zona montañosa; dormimos un poco en la estación y al amanecer cogimos un autobús hasta Varsovia, y después, un avión a Madrid”.

Primer encuentro

Tras pasar dos meses en el Centro de Recepción, Atención y Derivación de Refugiados Ucranianos en Pozuelo de Alarcón (Madrid), el programa de emergencia de la Fundación ‘la Caixa’ organizó el encuentro de las dos familias en el local de la Asociación Valdeperales. “En ese primer encuentro nos centramos en que se vean, se conozcan, se hagan preguntas, puedan compartir las normas y hábitos de convivencia, los horarios… Se pasan muchos nervios”, comenta Carla López, trabajadora social de la Asociación Valdeperales, entidad social colaboradora con el programa CaixaProinfancia.

Refugiados ucranianos en Madrid

Y hubo química. “Me acuerdo hasta de cómo estábamos sentados. Cuando terminó, cogimos las bolsas, las maletas y el trasportín del gato, lo metimos todo en los dos coches y nos fuimos para casa, que ya estaba preparada para recibirlos”, comenta Jesús Díaz, ‘padre’ acogedor.

Hoy, Irina ha encontrado trabajo en lo suyo, como entrenadora y monitora en un polideportivo de Ciudalcampo, una urbanización a pocos kilómetros de El Molar. “Antes no lo pensaba, pero ahora sí me gustaría quedarme a vivir en España. Lo principal ahora es buscar un piso cerca de Iker, Elena y Jesús. Queremos seguir compartiendo y hablando”, admite Irina, que solo tiene un deseo: “Que pare la guerra y se reconstruya nuestra ciudad y el país”.

Pedro Sánchez. Fundación ‘la Caixa’

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