El sacerdote haitiano Yvel Germain, director de su Cáritas nacional desde hace medio año, ha ofrecido su testimonio en la mañana de este 21 de enero en la sede central de Cáritas Española, en Madrid.
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En un encuentro con medios, ha lamentado la terrible situación que atraviesa su país, con un Estado incapaz de controlar la situación al ser distintas bandas delictivas las auténticas dueñas de gran parte del territorio nacional, castigando a la población con crueles asesinatos que quedan impunes.
Tuvo que salir andando
En este sentido, ha valorado que “en Puerto Príncipe, la capital, hay algunos barrios en los que va mejorando la situación y es como si no pasara nada. Pero la realidad es que hay muchas zonas conflictivas a lo largo y ancho del país, como he comprobado al salir para venir ahora a España. Me costó mucho, y al llegar a la frontera, como no había vuelos hasta República Dominicana, la tuve que cruzar andando durante hora y media”.
De hecho, “el único modo para llegar o enviar ayuda a algunas regiones es a través de determinados conductores que tienen acuerdos con las bandas para dejarles pasar”. En el caso de Cáritas, “nosotros tenemos que enviar el material por barco para esquivar a las bandas. No hay Estado en muchas zonas. Las bandas controlan realmente el territorio”.
Pese a ello, ha reiterado cómo las diez Cáritas diocesanas presentes en todo el territorio nacional no han abandonado y mantienen su acción. Conscientes sus trabajadores y voluntarios del enorme riesgo que asumen por tratar de ofrecer esperanza a quienes lo han perdido todo, Germain ha aplaudido ese compromiso total con la fraternidad.
La lógica de la inclusión
Y es que “Cáritas siempre está abierta para tratar de dar soluciones a quienes quieren mejorar su situación”. Para ello, Germain ha enfatizado que “trabajamos con la lógica de la inclusión. Tanto con familias de acogida, tratando de que acompañen a las muchas personas que han huido por la violencia, como también con los alcaldes, apostando siempre por la integración de la gente en los municipios”.
En este punto, el director de la entidad eclesial ha relatado cómo el gran reto es coordinar la acción humanitaria de la red que conforman todas las Cáritas diocesanas para atender a los desplazados por la violencia que, en buena parte, huyen de la capital, Puerto Príncipe, por ser el punto más afectado por este impacto violento de las mafias.
Pero también se ocupan de “los muchos que, desde hace años, han tenido que dejar los ámbitos rurales por el impacto del cambio climático, trasladándose a ciudades”. De hecho, la diáspora es de tal magnitud que, sobre todo en la región sur y sudeste del país, ha superado ya la cifra de un millón de personas que han dejado su hogar.
Deportaciones en República Dominicana
Todo un “éxodo” al que, además, contribuye su vecina en la isla, la República Dominicana, que lleva años implementando deportaciones masivas de miles de ciudadanos de origen haitiano pero que jamás han estado en este país; hasta el punto de que 10.000 personas son expulsadas cada semana. Frente a ello, “Cáritas trabaja en la acogida y es la principal puerta de entrada de las personas deportadas a la fuerza. La Comisión Episcopal de Migraciones también apoya en este sentido, pero sobre todo está Cáritas”.
Una actitud, la de la nación vecina, que Germain lamenta, pues “allí está todo muy politizado con respecto a Haití. Los pobres nos llevamos bien en ambos países, pero el conflicto es a nivel político y diplomático. Algunos sectores de la policía se aprovechan de muchas personas con papeles en regla. Se les expulsa sin razón y se les despoja de lo ganado durante años. Tengo una tía que emigró a República Dominicana y tuvo allí a sus hijos. Ni siquiera nos conocemos…”. Y ahora, si se ven afectados, podrían perderlo todo.
A la hora de buscar rayos de esperanza, “el voluntariado es difícil. Hay mucha gente que quiere ayudar, pero que carece de formación, y eso es un problema. No funciona el sistema”. Hasta el punto de que padecemos “una fuga de cerebros, causada en buena parte por entidades internacionales que lo promueven. Incluso algunas ONG presentes en el país solo muestran una imagen negativa de nosotros, lo que no es del todo real”.
Miedo al olvido
Por ello, un riesgo grave es que “caigamos en el ostracismo. Cunde el miedo a que la comunidad internacional nos olvide, pues la situación es muy grave y necesitamos ayuda”.
Lo que no solo pasa por la fuerza de las armas: “Ya está en marcha la misión de Naciones Unidas, que ha enviado tropas y operan sobre el terreno. Pero, al final, esta es una cuestión política… y Haití ya ha sufrido la presencia de la ONU en su territorio. Esta es la tercera misión y la mejora es aparente, pero todos sabemos una cosa: la operación es guiada directamente por la Embajada de Estados Unidos”.
Lo que no es garantía de que se vaya a buscar un cambio profundo en el país. Como les ilustra su propia memoria histórica: “Tras el segundo mandato de Aristide, en 1996, llegó la primera misión de la ONU. Entonces, la Minustá fue una de las razones de que la población accediera a armas”. Instrumentos letales que hoy fluyen a mansalva en su pueblo.
Apuesta por la formación
Con todo, rendirse no es una opción. Lo que empieza, en primer lugar, “por ofrecer actividades de formación para los niños, que en Cáritas siempre son en clave de dignidad y derechos humanos. Porque estos se han deformado… Hay expertos que hablan de ellos y que luego se relacionan con las bandas. Muchos niños viven en la calle y no están en el foco de nadie. Nadie se hace cargo de ellos. La comunidad internacional debe estar mucho más encima y, a la hora de pensar en programas de ayuda, hay que hacerlo desde abajo, contando realmente con las organizaciones de base, que son las que conocen la realidad”.
Para comprender la honda problemática que sacude a Haití, “el país más pobre y desigual de América”, Cáritas Española explica que “soporta cuatro crisis simultáneas: política, social, ambiental y alimentaria”. Por las dos primeras, la nación “no celebra elecciones desde 2016. El recrudecimiento de la violencia de las bandas armadas ha triplicado en un año el número de personas desarraigadas de sus hogares”. Así, ya no es solo que haya “más de un millón de personas desplazadas dentro del país”, sino que “la mitad son niños”.
Teniendo en cuenta que “el trabajo de Cáritas Puerto Príncipe está paralizado” por permanecer la capital en gran parte en manos de las bandas, “las otras nueve Cáritas diocesanas se enfrentan a una avalancha de desplazados similar a la que ocurrió en el terremoto del 2010”. Todo ello “en un contexto de crisis alimentaria grave: 5,4 millones de haitianos sufren inseguridad alimentaria aguda, según Naciones Unidas”.
Presentes desde 1998
Frente a este panorama, “Cáritas Española es de las pocas delegaciones nacionales que tiene una presencia consolidada en el país a través de las comunidades diocesanas. Desde 1998, mantiene su apoyo y compromiso con el pueblo haitiano, especialmente tras el terremoto que asoló el país en enero de 2010. Desde entonces, se mantiene un apoyo continuado en proyectos de saneamiento, desarrollo agropecuario y de ganadería y grupos de ahorro, que permiten a los haitianos mejorar su autonomía”.
Además, en mayo del pasado año, se impulsó la campaña ‘Cáritas con Haití’, con carácter de “emergencia” y para “llevar ayuda humanitaria” al país, buscando “canalizar la solidaridad de los donantes españoles tras la llamada de emergencia de las Cáritas haitianas”.
Hasta el momento, Cáritas Española ha aportado “100.000 euros para este apoyo inicial de emergencia, que ha sido destinado sobre todo a las personas desplazadas en Hinche (centro-este) y Fort Liberté (norte). El objetivo es prestar apoyo psicosocial, ayuda a la producción agrícola y material de primera necesidad, como kits de alimentos, higiene, material escolar, mantas y tiendas”.
Concretamente, en los últimos tres años, la ayuda de Cáritas Española ha mejorado la vida de 20.000 personas acompañadas en diez proyectos.