Arrancó este 20 de enero la 128ª Asamblea Plenaria ordinaria de los obispos peruanos que en esta ocasión tendrá carácter electivo, amén de la reflexión social y política de rigor.
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Los prelados de las 46 jurisdicciones eclesiásticas del país llegaron a Lima para analizar el actual contexto social, seguir impulsando la sinodalidad y pensar en los sucesores de la actual presidencia, encabezada por Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo.
El propio Cabrejos presidió la eucaristía de apertura. El prelado – aun cuando ya cuenta con más de 75 años – sigue aprovechando el tiempo extra que el papa Francisco le ha dado para seguir ejerciendo el gobierno pastoral en Trujillo.
También han concelebrado Paolo Rocco Gualtieri, nuncio apostólico, y Carlos García Camader, primer vicepresidente del Episcopado.
Modelo de sinodalidad
“Recen por los obispos para que esta asamblea produzca frutos pastorales y de bien para la Iglesia en el Perú”, dijo Cabrejos en su homilía.
Además ha señalado que san Agustín de Hipona es un modelo de sinodalidad que enfrentó desafíos similares a los de la actual época: migraciones forzadas, guerras, entre otros.
“En San Agustín podemos contemplar un maestro de humanidad, fue un gran constructor de comunión, por tanto, de Sinodalidad”, aseveró.
Aún cuando no hay evidencia en sus escritos, este santo de la Iglesia dio testimonio en su vida pastoral, caracterizada por la escucha: “San Agustín no fue, es un testimonio de Sinodalidad; aprendamos de él a trabajar por la verdadera renovación de la Iglesia”.
“El obispo es un servidor”
Cabrejos, a reglón seguido, insistió que la verdadera sinodalidad requiere de comunión “debe acontecer una acción conjunta con el Pueblo de Dios, en la que la autoridad apostólica no se ejerce tiránica ni la obediencia es servir, sino que requiere una hegemonía de la confianza mutua”.
Señaló que la propia eucaristía representa “el máximo signo de sinodalidad”, porque “es encontrarse en la unidad y encontrarse en Dios anuncio y anticipación de la reunión escatológica en la que el hombre no será enemigo del hombre”.
Recordó a sus hermanos y colegas que “el obispo no es un señor, sino un servidor; no es propietario de la viña de Dios, sino un humilde operario que la administra, la Iglesia no es suya”.
Foto: Conferencia episcopal peruana