El ex jesuita Luis Acebal Monfort recibe la eutanasia: “¿Para qué sirve esto? No sirve para nada”

Su historia quedaba plasmada en el libro ‘De sacerdote a ciudadano’, publicado a finales de 2024

eutanasia

“Concebido en el Madrid de 1936, en una familia burguesa muy católica, Luis Acebal vive la guerra civil cuando todo cambia en Europa”. Así comienza la biografía del ex jesuita Luis Acebal Monfort recogida en su libro ‘De sacerdote a ciudadano’. El mismo libro que publicaba solo dos meses antes de decidir que su vida había llegado al final y pedir la eutanasia que ha recibido este viernes.



“Mi vida está cumplida y he hecho todo lo que tenía que hacer”, contestaba esta misma semana, al ser preguntado sobre el por qué de esta decisión, al periódico El Mundo, que recoge hoy su historia. “Estoy muy limitado físicamente y no hay razón para seguir viviendo. Me siento enjaulado en mi cuerpo, necesito ayuda para casi todo, llevo meses sin salir a la calle, 11 operaciones… ¿Para qué sirve esto? No sirve para nada”, continuaba, expresando así las consecuencias de su cáncer terminal.

Después de abandonar –tras casi una década como sacerdote– la Compañía de Jesús en 1977, Acebal se dedicó a la formación y, una vez jubilado, a la defensa y promoción de los derechos humanos. Estuvo casado con una filóloga alemana, Silvia, cuya muerte lo cambió todo. Después de años de su fallecimiento, Acebal decidía que era también su momento. “Para mí será una experiencia de libertad”, señalaba acerca de la muerte, para la que aún quedaban varios días.

Perder la fe

“Siempre me movió la ética del trabajo. He trabajado en la empresa pública, en ONG, en Derechos Humanos, he dado clases en todas las universidades de Madrid, he estudiado muchísimo, me lo he pasado bomba… Y ahora me fastidia no poder ser útil para la sociedad. Lo peor son los temblores, te coartan la vida, todo el sistema muscular está desajustado… Si yo estuviese bien, no querría morir, pero estando así es algo que tengo que hacer”, explicaba. Había perdido también la fe: “Soy ateo. Aunque reconozco la figura de Jesús como maestro de la Historia, no creo en Dios, que es un invento de San Pablo”.

Durante las últimas semanas se han acercado a verle familiares y amigos para despedirse. Este viernes, sin embargo, la espaciosa casa que ha dejado a Médicos sin Fronteras ha quedado vacía.

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