El Papa, un mes después de la guerra de Gaza: “¡Que el conflicto no se extienda! ¡Basta, hermanos, basta!”

Durante el rezo del ángelus, Francisco reclama la entrada de ayuda humanitaria a la Franja y la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás

Francisco no se da por vencido en su empeño porque cese la violencia en Oriente Próximo: “¡Que las armas se detengan! ¡No traerán nunca la paz! ¡Que el conflicto no se extienda! ¡Basta, hermanos, basta!”. Así lo expresó hoy durante el rezo del ángelus que entonó desde el ventanal del apartamento papal de los Palacios Apostólicos. Un mes después de que se cometiera el ataque de Hamás a Israel que ha desatado una crisis sin precedentes en la Franja de Gaza, el Papa reflexionó sobre la “gravísima situación”.



El Sucesor de Pedro se mostró “cerca de todos aquellos que sufren”. “Los abrazo en este momento oscuro”, subrayó. A la par, reclamó que se permita hacer llegar a la ayuda humanitaria a quienes permanecen en Gaza, así como liberar a los rehenes. “Cada ser humano, sea cristiano, judío o musulmán, sea de donde sea es sagrado”, sentenció.

Entre Sudán y Ucrania

Junto a Oriente Próximo, el Papa también miró hacia otros dos conflictos del planeta. Por un lado, hizo un llamamiento a los responsables políticos para que salgan al rescate de los refugiados en Sudán. Por otro, reclamó no olvidar a la “martirizada Ucrania”.

Más allá de la actualidad, el pontífice se adentró en la parábola de las diez vírgenes, el pasaje evangélico del día, para alertar a los presentes a  “no dejarse atrapar por el activismo, sino dedicar tiempo al Señor, a la escucha de su Palabra, a la adoración”. Incluso dio a los peregrinos un consejo práctico: “Saber renunciar a un tiempo frente a la pantalla del teléfono para mirar la luz en los ojos de los demás, en el corazón, en la mirada de Dios sobre nosotros”.

Y es que, para el Obispo de Roma urge “cuidar lo que no se ve, pero que es más importante, porque está dentro de nosotros”. A partir de ahí, lanzó una pregunta que espera respuesta:  “¿Qué estoy preparando en este momento de la vida? Quizás estoy intentando ahorrar algunos ahorros, estoy pensando en una casa nueva o en un coche nuevo, en proyectos concretos…”. Francisco no cargó contra estos planes, que calificó como “cosas buenas”. Pero añadió otro interrogante más: “¿Estoy pensando también en dedicar tiempo al cuidado del corazón, a la oración y al servicio de los demás, al Señor que es la meta de la vida?”. Francisco concluyó su alocución con una última cuestión: “¿Cómo está el aceite de mi alma, lo alimento y lo conservo bien?”.

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