El Vaticano inaugura una casa de acogida para refugiados en Ucrania

El limosnero del Papa, que se encuentra en Leópolis desde hace unos días, ha bendecido hoy el edificio, dotado también de un comedor para los que carecen de recursos

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El cardenal prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, Konrad Krajewski, llegaba a Ucrania a principios de semana con un gran cargamento de ayuda humanitaria enviada directamente desde el Vaticano. Su misión no era solo esa, sino también la de estar presente llevando la cercanía del Papa al martirizado pueblo ucraniano. Y, además, abrir una casa de acogida para refugiados y personas sin recursos en la ciudad de Leópolis.



“Hoy en Leópolis inauguramos una casa especial”, ha dicho el limosnero del Papa, tal como recoge Vatican News. “Es la casa para los refugiados de los territorios amenazados por la guerra, especialmente los de la frontera rusa. La Casa se construyó en tiempos muy difíciles, porque la primera piedra se puso durante la pandemia de Covid y luego las obras continuaron durante la guerra”, ha explicado.

El edificio albergará, a partir de hoy, “a unas 50 personas, que podrán dormir y recibir comidas, y estará equipada también con duchas y un gran comedor social”, añadió el cardenal, subrayando a su vez que esta casa “nació gracias a la bondad de corazón, empezando por el Santo Padre Francisco, de muchos benefactores”.

Volver a casa

“Fue posible construirla en un momento tan difícil, a pesar de las constantes sirenas de alerta que llamaban a los trabajadores, que si no eran las sirenas los llamaba el ejército. Pero cuando se trata de las obras de Dios, siempre son terminadas”, aseguró. “Abriendo esta casa estamos en medio del Evangelio. El modelo aquí es Jesús, que de la mañana a la noche salía a buscar a los necesitados, a los que sufrían y a los que necesitaban ayuda”, añadió.

Por otro lado, Krajewski ha explicado que la casa se construyó en Leópolis “porque hay muchos refugiados que no quieren dejar su país” y se quedan en esta ciudad, a 80 kilómetros de la frontera polaca, “porque aquí se sienten seguros, pero esperan el momento que les devolverá la esperanza de poder volver a sus casas”.

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