Xabier Gómez: “Necesitamos altura de miras para acoger la diversidad cultural”

director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española

El Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española ha puesto en el mundo rural uno de los focos de desarrollo e integración de los migrantes que llegan a España. El director de este departamento desde 2021 es el fraile dominico vasco Xabier Gómez, quien, en su misión en la orden, ha estado muy empeñado en el desarrollo del diálogo fe-cultura, la pastoral familiar o los derechos humanos a través de iniciativas como el impulso de Justicia y Paz en su provincia y región dominicas. También es el representante de su congregación en el consejo asesor de CONFER-Migraciones.



PREGUNTA.- La presencia de la Iglesia en el mundo rural siempre ha sido una constante, pero ¿cómo llega esta preocupación al Departamento de Migraciones?

RESPUESTA.- La Iglesia ha estado, está y estará presente en el mundo rural, sobre todo a través del patrimonio humano que conforman las comunidades cristianas. El departamento sintonizó con esta preocupación aprendiendo de experiencias de repoblamiento en el ámbito civil, de los proyectos para llevar urbanitas a los pueblos y de otros similares. Eso, junto a la propia experiencia de atención pastoral de los pequeños pueblos.

Todavía muchas parroquias rurales son referentes, convocan y pueden contribuir a socializar, revitalizar el pueblo y a testimoniar el Evangelio entre sus vecinos. Incluso si son pocos o mayores, tanto ellos como sus sacerdotes precisan ser escuchados, acompañados, sostenidos pastoralmente con creatividad.

Por otro lado, nos dimos cuenta de que las diócesis cuentan con familias migradas que buscan un futuro en España y los pueblos necesitan nuevos habitantes. Así que nos dijimos: vamos a poner una mesa para que se encuentren esas dos necesidades, para ir al encuentro de quienes tengamos los mismos objetivos. Lo rezamos y discernimos con la parábola de la levadura y del grano de mostaza, y así surgió la Mesa del Mundo Rural. Un proyecto de misión compartida y en red, para que pueblos, parroquias pequeñas y familias migradas, tengan más y mejor vida.

¿No es eso lo que quiere y nos pide el Señor? ¿Que tengamos vida abundante ahora y en la eternidad?

Reflexión

P.- Migraciones y despoblación son términos, podríamos decir, casi complementarios. ¿Qué tipo de reflexión se está haciendo al respecto en las diócesis de la llamada ‘España vaciada’?

R.- Son muchos los factores que confluyen en torno al fenómeno de la España vaciada. Acompañamos a las delegaciones de las diócesis más rurales, pero cada una está en su momento de discernimiento y respuestas a sus desafíos. Al departamento le toca acompañar y promover proyectos comunes.

En España tenemos algunas de las zonas con menor densidad de población de Europa. Es alarmante. Sin embargo, necesitamos el campo, no podemos dejar morir tantos pueblos. Y los datos dicen que se continúa perdiendo población en favor de las grandes ciudades, que la van ganando. ¿Cuál será la fotografía de esos lugares y provincias o diócesis dentro de 10 o 15 años? Esto es lo que nos preocupa, y por ello hemos de adelantarnos en las respuestas. No debemos ser reactivos, sino proactivos en busca de soluciones.

Me hago eco de la justa reclamación de las personas, agentes sociales y ayuntamientos, que demandan escucha y políticas integrales y transversales que contribuyan a fijar población y a incrementarla. La despoblación del mundo rural, el envejecimiento de sus habitantes y el éxodo de los jóvenes hacia las ciudades han de hacernos reflexionar a todos.

Me preocupa mucho que los jóvenes no encuentren motivos o condiciones reales para querer vivir en los pueblos. Y que el modelo cultural predominante promueva la ciudad como único referente. Es un error. Estamos convencidos de que la España vaciada es también la de las oportunidades.

Hay trabajo en el ámbito rural, hay calidad de vida y muchas posibilidades. Me entristece escuchar a algunos políticos tirar la toalla respecto a la repoblación. La Iglesia quiere arrimar el hombro y trabajar codo con codo con alcaldes, ciudadanos, agentes sociales, empresarios, administraciones públicas, con quienes apuesten por revertir esta situación. Las migraciones son una oportunidad para contribuir a ello.

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