El papa Luna: 600 años desafiando al Vaticano

Seiscientos años después del fallecimiento del papa Luna, quien se mantiene en sus trece es Roma. A Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor –más conocido por el apodo con el que transita aún por la historia heterodoxa de la Iglesia– se le atribuye ese dicho, “mantenerse en sus trece”, en alusión al nombre con el que subió en 1394 al pontificado de Aviñón y con el que permaneció contra viento y marea hasta el fin de sus días: Benedicto XIII.



El reconocido “antipapa” –elegido no canónicamente– no solo fue excomulgado por Roma, sino que acabó defenestrado por la corona francesa, aunque mantuvo tenazmente la legitimidad de su nombramiento. Ya con 95 años y enrocado en Peñíscola (Castellón) –donde residió desde 1415–, murió repitiendo la frase que daría origen al famoso dicho y con la que sostenía que seguía siendo el sumo pontífice de la Iglesia: Papa sum et XIII.

Sobre Martínez de Luna y Pérez de Gotor (Illueca, 1328-Peñíscola, 1423) recae la leyenda de que, aun en los convulsos siglos XIV y XV, fue un intelectual, un reformador y un mecenas, que, por ejemplo donó los bustos relicarios de san Valero, san Lorenzo y san Vicente para la entonces catedral de El Salvador de Zaragoza. En La Seo impulsó también la construcción de su cimborrio. Su visión política, además, le hizo ser uno de los protagonistas del Compromiso de Caspe (1412), que acabó coronando Fernando de Trastámara como rey de Aragón.

Luna era aragonés, pues nació en Illueca, eje de la comarca del Aranda, en la actual provincia de Zaragoza. Desde allí, el propio obispo de Tarazona, Vicente Rebollo, se ha mostrado partidario de su rehabilitación canónica durante la conmemoración del sexto centenario de la muerte del “antipapa”, a quien condenó como hereje el Concilio de Constaza en 1413. Aunque no fue hasta cuatro siglos después, con la elección de Pietro Francesco Orsini en 1724 como también Benedicto XIII, cuando realmente se pronunció el Vaticano sobre la excomunión. “Espero que la Iglesia retire pronto la acusación de hereje”, señaló Rebollo en la misa pontificial en recuerdo del famoso papa Luna el pasado 23 de mayo, día del 600º aniversario.

‘Simpatía’ de Omella

El vicario de Badalona, Custodio Ballester Bielsa –uno de los grandes especialistas contemporáneos en el ‘antipapa’– manifestó en Illueca que el cardenal Juan José Omella, actual arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, mira “con especial simpatía” a Luna. Ballester llega a comparar su rehabilitación con la que el propio Vaticano ha hecho de Lutero, aunque admite que sería “el reconocimiento implícito de su legitimidad y, en consecuencia, supondría declarar implícitamente ilegítimos a los papas romanos posteriores”. Urbano VI, nombrado para sustituir a Benedicto XIII, y sus sucesores Bonifacio IX, Inocencio VII y Gregorio XII.

A Omella le confía también el propio obispo de Tarazona la restitución: “El papa Luna era una persona de educación y el papa Francisco es más pastor. Creo que llegará ese momento a través del cardenal Omella con el mecanismo del motu proprio del Papa. Ahora es el momento y él está en primera línea, aunque la diplomacia del Vaticano va más despacio”, reconoció en una entrevista en ‘El Heraldo de Aragón’.

Ya hace más de cuatro años que las cinco diócesis de la provincia eclesiástica de Zaragoza –representadas entonces por el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, y los obispos de Tarazona, Eusebio Hernández; Huesca y Jaca, Julián Ruiz; Teruel y Albarracín, Antonio Gómez Cantero, y Barbastro, Ángel Pérez Pueyo– solicitaron la rehabilitación al hoy Dicasterio para la Doctrina de la Fe. El presidente en funciones de Aragón, Javier Lambán, también se lo pidió personalmente a Francisco en una visita privada el año pasado junto al actual arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano. “Vi al Papa medianamente bien predispuesto hacia esa decisión –dijo Lambán durante la inauguración de la exposición ‘El papa Luna: saber, diplomacia y poder en la Europa medieval’ en el Alma Mater Museum de la Archidiócesis de Zaragoza–, quizá confundimos deseo con realidad, pero me da la impresión de que no”.

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