Monjas de Texas demandan a su obispo por abuso de poder tras desvelar que la superiora violó el voto de castidad

La comunidad de carmelitas descalzas de Arlington ha denunciado al prelado y a la diócesis de Fort Worth por un millón de dólares

Todo comenzó el pasado mes de abril, cuando la diócesis de Fort Worth publicaba un comunicado en su web en el que se anunciaba que la madre superiora del convento de las Carmelitas Descalzas de Arlington habría “violado su voto de castidad con un sacerdote de fuera de la diócesis”, por lo que se estaría llevando a cabo una investigación eclesiástica.



A raíz de esto, la comunidad carmelita ha interpuesto ahora una demanda de 1 millón de dólares contra el obispo Michael Olson y la propia diócesis por “abuso de poder al disciplinarlas y tomar propiedad personal del monasterio”, tal como revela la NBC. Así, las religiosas han declarado que ellas “responden directamente al Papa y no a la diócesis local”.

Por lo que se revela en los documentos de la demanda presentada contra la diócesis, el pasado 10 de mayo el obispo habría tomado propiedad, en el monasterio, de un ordenador, un iPad y un teléfono móvil, todos ellos utilizados por la superiora, Teresa Agnes. Asimismo, la comunidad religiosa denuncia que después de que la superiora cambiase de teléfono, el nuevo “fue monitoreado”.

Una comunidad “atemorizada”

Las monjas también alegaron que el obispo “se metió a la fuerza en nuestra comunidad pacífica”, interrogando a las hermanas y luego “hizo una rabieta y con voz agitada y alta gritó que el monasterio estaba cerrado y que no se celebraría ninguna misa”.

“Están emocionalmente traumatizados. Están asustados. Tienen miedo”, ha asegurado el abogado Matthew Bobo, representante de la comunidad religiosa. “No salen del monasterio a menos que busquen atención médica. Rezan siete veces al día. La mayor parte del tiempo es en silencio… Es un ambiente muy privado, enclaustrado y sereno con muy poca interacción con el mundo exterior. Incluso cuando los feligreses asisten a misa, las monjas están separadas de los feligreses, y así, por primera vez, un obispo entra y comienza a emitir mandatos y comienza a ordenarles que hagan cosas y amenazar con prohibir su monasterio, amenazar con echarlas de la orden, es extremadamente traumático y emocionalmente dañino para ellos”.

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