Los cristianos de Tierra Santa, amenazados desde varios flancos

  • En las últimas semanas han sufrido ataques de radicales judíos y musulmanes
  • Los ultraortodoxos, que sostienen a Netanyahu, quieren penar con la cárcel el “proselitismo”

Benjamin Netantahu

La situación en las últimas semanas se está volviendo especialmente preocupante para los cristianos en Tierra Santa, una minoría que de por sí siempre vive en el alambre por la fuerte tensión a nivel social y político entre israelís y palestinos.



Pero, ahora, además están surgiendo esporádicos episodios de violencia sufridos directamente por las comunidades cristianas. Así, si la semana pasada se produjo un ataque contra la iglesia ortodoxa de la Tumba de María por parte de dos ultraortodoxos judíos, que se sumó al que otros fundamentalistas hebreos perpetraron antes al destruir una escultura de Cristo en otro templo, ahora han sido radicales islámicos los que han atacado a entidades eclesiales en Nazaret.

Fuerte hostigamiento

El 16 de marzo hubo un tiroteo contra la escuela y el convento de las franciscanas y, el 24, fue hostigado con violencia el instituto y la comunidad de las salesianas. Ambos ataques los protagonizaron encapuchados que, a voz en grito, exigían la conversión al islam de todos los presentes. Además, ayer, otro joven interrumpió una misa para exigir al sacerdote celebrante que leyera el Corán.

En plena escalada de tensión, Giacinto-Boulos Marcuzzo, quien fuera vicario patriarcal latino de Jerusalén, ha reconocido a Asia News que tales hechos representan “una novedad” que “ha sorprendido a todos, incluso a los mismos musulmanes”. Eso sí, ha valorado la condena de los mismos por parte de sus autoridades religiosas: “Es importante la posición asumida por dos imanes autorizados de la ciudad, jefes de las mezquitas, que condenaron enérgicamente estos gestos”.

Problema de fondo

A su juicio, los ataques los protagonizan “jóvenes que, tal vez animados por demasiado entusiasmo, con motivo del Ramadán, quieren realizar gestos de… ‘celo apostólico’”. Así, lo más grave es el caldo de cultivo generado por el conflicto político de fondo: “El verdadero quid es que estos episodios forman parte de un panorama más amplio y preocupante que reina en Israel, una escalada de tensión que ha sorprendido por la velocidad con la que se está consumiendo y que, al menos por ahora, no ha dejado víctimas. La preocupación, sin embargo, permanece”.

El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, también se ha posicionado en declaraciones a Radio María difundidas por Asia News: “Las noticias son preocupantes. No queremos permitir que unos pocos criminales dementes dicten nuestra agenda. Estamos preocupados, pero no tenemos miedo. Tenemos algo más grande que el odio de esta gente”.

Sin miedo

Tras lamentar que “los extremismos son todos iguales”, Pizzaballa ha reiterado que “no tenemos miedo. Sabemos que nos esperan tiempos difíciles, pero no somos inexpertos. El clima general es bastante negativo y nos dirigimos hacia una escalada de violencia, pero no debemos asustarnos. Hemos superado muchas dificultades y también estas las superaremos”.

Además, el patriarca hace un llamamiento a la concordia y al diálogo interreligioso: “La Iglesia católica está muy presente y fuerte en el campo de la educación y la formación, en el cuidado de los más vulnerables, como los ancianos y los discapacitados. Hay muchos musulmanes que se benefician de estos servicios. No todos los musulmanes son fanáticos, ni tampoco los judíos. Nosotros, como comunidad cristiana, debemos trabajar y cooperar para construir comunidades solidarias sin dejarnos amedrentar por unos cuantos extremistas”.

Auge de los ultraortodoxos

En este sentido, el hecho de que el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu, que ha podido retornar al poder solo tras aliarse con los ultraortodoxos judíos, esté condicionado por este sector fundamentalista, ha caldeado el ambiente en toda la región. De hecho, en las últimas horas y tras varias semanas de protestas masivas, ha tenido que anunciar que, con el fin de evitar “una guerra civil”, suspende su reforma de la Justicia; un proyecto por el que reforzaba al Parlamento y hacía que los jueces estuvieran muy condicionados por el poder ejecutivo.

También ha sido clave la actitud de su ministro de Defensa, que desafió a la comunidad islámica al pasearse por la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén y provocó la llamada de muchos a una nueva Intifada, o el proyecto de ley que quería sancionar con penas de hasta un año de cárcel el “proselitismo”, rechazando de plano que un cristiano pueda provocar el bautismo de un judío. Por ahora, Netanyahu ha recalcado que no aprobará esta medida. Pero estamos ante otra amenaza contra la comunidad cristiana.

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