Temor a un Gobierno de Netanyahu con los ultraortodoxos

  • La comunidad cristiana de Tierra Santa denuncia un discurso basado en la “división” y el “resentimiento”
  • En lo que va de año, 166 palestinos han muerto violentamente en en Cisjordania, “el mayor número en más de veinte años”

Entierro joven palestina

Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel en dos etapas (1996-1999 y 2009-2021), volverá al poder tras vencer con el Likud en las últimas elecciones. Aunque esta vez, debido al ajustado resultado en los comicios, lo hará en un Gobierno de coalición con el partido ultraortodoxo Partido Unido de la Torá. Una fuerza que demanda condiciones como que, en todo el país, se corte el suministro de electricidad los sábados para que se respete el ‘shabat’.



Aunque por ahora exigencias como esta se descartan por parte del Likud, la imposición de esta ‘línea dura’ sí se manifiesta en una mayor presión sobre la comunidad palestina. El último episodio se dio el domingo 11, cuando, en un tiroteo en la ciudad cisjordana de Jenin, murió una joven de 16 años, .Jana Zakarneh.  Para el ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, fue un asesinato “a sangre fría”. Un supuesto crimen que, aunque Israel explicó que había sido “involuntario”, ha vuelto a encender la llama de las protestas en toda Palestina.

Escalada de tensión

En plena escalada de tensión (166 palestinos han muerto violentamente en lo que va de año en Cisjordania, “el mayor número de muertos en más de veinte años”), los obispos integrantes de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa (ACOHL, por sus siglas en inglés) han publicado un mensaje en el que expresan “nuestra preocupación por el contexto en el que se está formando este Gobierno y por el deterioro gradual de la situación social y política”.

En este sentido, lamentan las “declaraciones” de miembros de la coalición que “dividen y confrontan” a “la comunidad árabe o no judía” con la hebrea. Una actitud “contraria al espíritu de convivencia pacífica y constructiva” y que “favorece a aquellos que quieren la división”, generando “desconfianza y resentimiento”.

La deriva de un lenguaje violento

Ante la realidad de que “la violencia en el lenguaje, inevitablemente, tarde o temprano, se convierte también en violencia física”, los prelados solicitan al nuevo Gobierno que trate con “justicia” a “las diversas comunidades que conforman la sociedad israelí”, evitando “la discriminación o la preferencia”.

Poco optimistas sobre la realidad que perciben, a la ACOHL le preocupa “la violencia y la falta de seguridad dentro de la comunidad árabe en Israel, que se ve herida por continuos incidentes y delincuencia generalizada. Esto hace que la vida de las familias sea cada vez más frágil”.

Educación para todos

Con el objetivo de “cuidar mejor el desarrollo de las ciudades árabes”, los obispos demandan poner “más atención” en la “educación” para todos. Y es que, “a la luz de las tendencias actuales de división y violencia, educar a nuestros hijos es el más urgente de todos los esfuerzos”. Para ello, piden también apoyo para “las escuelas cristianas en Israel”, que están, “una vez más, al borde de una crisis” por “los recientes recortes del Gobierno en su financiación”, estando “en peligro el futuro de bastantes de nuestras instituciones educativas”.

Sobre la situación en los “territorios ocupados”, perciben que esta “se está deteriorando progresiva y rápidamente”. Entre otras cosas, por “la violencia de los colonos en los asentamientos”, que “siempre va en aumento”. Así, “la superficie habitable disponible para la población palestina sigue reduciéndose debido al crecimiento sostenido de los asentamientos”.

Ataques también contra los judíos

Del mismo modo, “también estamos presenciando ataques a la población judía. La violencia nunca se justifica y siempre debe ser condenada, venga de donde venga. Nadie debería morir por ser judío o por ser árabe”.

Como concluyen los pastores, “la vida y los derechos humanos deben ser respetados”. Garantizar esto hoy en Tierra Santa es un reto acuciante. ¿El único camino? “La ausencia de un verdadero proceso de paz, basado en el Derecho Internacional, conducirá a más sufrimiento”.

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