El Papa confirma su histórica reforma antiabusos: mayor protección ante el abuso de conciencia de las religiosas

Francisco cierra el periodo experimental del motu proprio ‘Vos estis lux mundi’ de 2019 y legitima los organismos diocesanos de denuncia y atención a las víctimas

El motu proprio ‘Vos estis lux mundi’, aprobado por el papa Francisco hace cuatro años para recoger todas las medidas antiabusos, ha dejado de ser un texto ‘ad experimentum’ y ha visto su versión definitiva este 25 de marzo. Un texto que recoge nuevas propuestas y endurece nuevas cuestiones relativas a la responsabilidad de los obispos y los superiores religiosos y también a los laicos moderadores de las asociaciones internacionales de fieles reconocidas por la Santa Sede. También se refuerza todo lo relacionado con el abuso de conciencia de religiosas por parte de sacerdotes.



El nuevo texto, con 20 artículos y una introducción, se promulga ahora definitivamente y entrará en vigor el 30 de abril, derogando el texto inicial de 2019. En el segundo capítulo se han introducido las nuevas responsabilidades de los superiores incluyendo a los “fieles laicos que son o hayan sido moderadores de asociaciones internacionales de fieles reconocidas o erigidas por la Sede Apostólica, para los hechos cometidos” al mismo nivel que los obispos o religiosos con autoridad. También se han integrado cuestiones del motu proprio “Sacramentorum sanctitatis tutela”, la reforma de 2021 del Derecho Canónico o la propia Constitución sobre la Curia Romana, “Praedicate Evangelium” de 2022.

Protección de denunciante y testigos

El texto definitivo incluye todo lo referente a los abusos contra “adultos vulnerables” o la protección de quien denuncie unos abusos, así como de “los testigos” para salvaguardar “la legítima protección del buen nombre y de la esfera privada de todas las personas implicadas”, así como la presunción de inocencia para quien es investigado en espera de que sean determinadas sus responsabilidades, según recogen los medios vaticanos.

También se consolidan los organismos diocesanos de denuncia de abusos y se marca la forma de proceder en la investigación de dichas acusaciones. El nuevo texto resalta que las medidas no se refieren solo a la violencia sexual sino también al abuso de autoridad, incluyendo cualquier caso de violencia contra las religiosas por parte de clérigos, así como el caso de seminaristas o novicios mayores de edad.

Cambio de mentalidad

Para el arzobispo maltés, vicesecretario del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y experto en la lucha contra los abusos, Charles Scicluna, la clave de esta normativa es “cambiar la mentalidad para que no quede en papel mojado”. En una entrevista a los medios vaticanos, el prelado destaca que el documento ya es “ley universal de la Iglesia”. Scicluna señala como una “de las novedades más fuertes de esta versión” el hecho de que se incluyen en los procesos de investigación las acusaciones contra “clérigos que han estado al frente de una asociación pública, clerical, incardinada y luego fieles laicos que han sido moderadores de asociaciones internacionales reconocidas por la Santa Sede”.

Otra insistencia del documento es la presencia de oficinas estables de referencia para las víctimas. “Es la petición de una presencia generalizada como signo de la atención de la Iglesia particular pero también de la Iglesia universal que quiere hacer más fácil la denuncia”, señala el experto. “Las autoridades eclesiásticas deben comprometerse a que las personas que afirman haber sido ofendidas, junto con sus familias, sean tratadas con dignidad y respeto y se les ofrezca acogida, escucha y acompañamiento a través de servicios específicos de asistencia espiritual, médica, terapéutica y psicológica según el caso concreto. Es decir, no sólo centros de escucha donde denunciar, sino también lugares donde se facilite la atención”, destaca. “La ley sigue siendo una oportunidad y también una herramienta, pero depende de nosotros asimilar los valores grabados en esta normativa y aplicarlos. Detrás de la ley, por tanto, debe estar la voluntad, tantas veces alentada y defendida por el Papa Francisco, de una solidaridad factible”.

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