Francisco en el ángelus: el Evangelio “puede hacer de nosotros una fuente de refrigerio para los demás”

El pontífice retomará sus visitas a las parroquias romanas desde el próximo viernes y recuerda el primer aniversario de la Consagración del mundo al corazón de María

El papa Francisco ha rezado la oración mariana del ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en este domingo de Cuaresma. Una ocasión en la que el pontífice ha vuelto a pedir a por la “martirizada Ucrania” y en la que ha anunciado su regreso a las parroquias romanas desde el próximo 17 de marzo, donde tendrá lugar la Celebración penitencial –esta cuaresma de 2023 fuera del Vaticano–. También ha recordado que del 17 añ 18 de marzo se ha vuelto a lanzar la iniciativa de 24 horas para el Señor y se cumplirá el primer aniversario de la Consagración del mundo al corazón de María.



Tengo sed

Comentando el evangelio del día, la escena de Jesús con la mujer samaritana (cf. Jn 4,5-42) señaló la petición que hace “Dame de beber”. “Es una imagen del abajamiento de Dios: en Jesús, Dios se hizo uno de nosotros; sediento como nosotros, sufre la misma sed que nosotros”, señaló. “La sed de Jesús, de hecho, no es sólo física, sino que expresa lo más profundo de nuestra vida: es, sobre todo, sed de nuestro amor. Y surgirá en el momento culminante de la pasión, en la cruz; allí, antes de morir, Jesús dirá: ‘Tengo sed’”.

Jesús, prosiguió el Papa, ofrece el “agua viva del Espíritu Santo, y desde la cruz derrama sangre y agua de su costado traspasado”. “Jesús, sediento de amor, sacia nuestra sed con amor. Y hace con nosotros como con la samaritana: se acerca a nosotros en nuestra vida cotidiana, comparte nuestra sed, nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna”, afirmó.

Cercanía de Jesús

La petición de Jesús, para Francisco, es también “un llamamiento –a veces silencioso– que se eleva hasta nosotros cada día y nos pide que nos hagamos cargo de la sed de los demás”. “Dame de beber nos dicen los que –en la familia, en el trabajo, en los demás lugares que frecuentamos– tienen sed de cercanía, de atención, de escucha; nos dicen los que tienen sed de la Palabra de Dios y necesitan encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. Dame de beber es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la prisa, la carrera por el consumo y la indiferencia generan aridez y vacío interior”, añadió recordando la aridez que sufre incluso el propio planeta.

“Frente a estos desafíos, el Evangelio de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros el agua viva que puede hacer de nosotros una fuente de refrigerio para los demás”, señaló.  “También nosotros ya no pensaremos sólo en saciar nuestra sed, sino que con la alegría de haber encontrado al Señor podremos saciar la sed de los demás; podremos comprender su sed y compartir el amor que Él nos ha dado”, concluyó.

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