Fridolin Ambongo: “África es el futuro de la Iglesia”

“Las personas que acuden a las iglesias de Europa suelen tener más de 70 años. Cuando estas personas ya no estén allí, ¿quién asistirá?”, se pregunta el cardenal arzobispo de Kinshasa

El cardenal arzobispo de Kinshasa (República Democrática del Congo), Fridolin Ambongo, ha sido elegido presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (Secam) durante una reunión extraordinaria celebrada en Accra (Ghana) del 14 al 17 de febrero. En este contexto, el purpurado concede una entrevista a La Croix donde subraya la importancia de África en el futuro de la Iglesia.



PREGUNTA.- Hace unas semanas, el Papa estuvo en su país, la República Democrática del Congo. ¿Qué podemos aprender de este viaje y cuál fue su mensaje para toda África?

RESPUESTA.- Lo primero que recordamos es la alegría que experimentamos con la visita del Santo Padre. Había unanimidad en torno a la experiencia. Los cuatro días pasados con el papa fueron para el pueblo congoleño, en su sufrimiento, una verdadera experiencia del Monte Tabor (lugar de la Transfiguración, n.d.e.).

Más allá de esta emoción, de este sentimiento de felicidad, lo más importante es el mensaje que trajo el papa. Como usted sabe, el Congo es un país martirizado por la codicia de todos los que quieren apoderarse de sus riquezas. El único que no se beneficia es el pueblo congoleño. Y el papa lo expresó en sus palabras, presentó el país como un diamante. Un diamante que todos quieren tener, pero quieren tener el diamante sin los congoleños. Utilizó esta expresión tan fuerte para dirigirse a todos los depredadores: “Quitad vuestras manos del Congo, quitad vuestras manos de África”. Y creo que este mensaje se aplica no solo al Congo, sino a toda África.

“Crecemos en cantidad y calidad”

P.- A menudo se presenta a África como el futuro de la Iglesia. ¿Cuáles son los datos objetivos que hacen pensar así?

R.- Es evidente que África es el futuro de la Iglesia. No hay más que ver los datos objetivos, las estadísticas. Creo que usted conoce la situación de la Iglesia en Europa. La Iglesia en Europa se está muriendo, y cuando vas a las iglesias, están vacías. Las personas que acuden a ellas suelen tener más de 70 años. Cuando estas personas ya no estén allí, ¿quién asistirá a sus iglesias?

En cambio, cuando vas al Sur, en África, la Iglesia crece, en cantidad pero también en calidad. Todo nos lleva a creer que el futuro de la Iglesia está en África, porque también en África, cuando vas a todas partes, hay jóvenes. Y esto es lo que impresionó al Papa en Kinshasa, se preguntaba de dónde venía toda esta juventud. Los jóvenes simbolizan el dinamismo. Durante su encuentro con los jóvenes en el Estadio de los Mártires de Kinshasa, el Papa hizo una catequesis utilizando los cinco dedos de la mano. Y los jóvenes quedaron impactados por esta catequesis del Papa, que les provocó. Reaccionaron a las provocaciones del Papa y fue un momento extraordinario.

Creo que debemos ocuparnos de la juventud en África. El problema es que no nos ocupamos de ellos, no les damos esperanza, la esperanza de un mañana mejor. Por eso, a veces, nuestros jóvenes se desesperan y creen que el paraíso está en otra parte. Esto acaba en los dramas que conocemos. Debemos cuidar a nuestros jóvenes porque ellos son verdaderamente el futuro de nuestra sociedad, el futuro de nuestra Iglesia.

P.- Acaba de ser nombrado responsable del SCEAM (Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar). ¿Cuáles son sus prioridades para este nuevo mandato?

R.- La primera prioridad es la finalización del proceso sinodal. Nos encontramos en la fase continental de la celebración del Sínodo sobre la sinodalidad. A partir del 1 de marzo estaremos todos en Addis Abeba (Etiopía) para la celebración de esta fase. Por lo demás, se trata de todo el trabajo de evangelización pastoral en profundidad en África, pero también de todos los problemas relacionados con la pobreza, la injusticia, la inmigración de nuestros jóvenes que abandonan el continente para buscar lo que creen que es el paraíso y muy a menudo esto acaba en tragedia. Todo esto nos remite a nuestra responsabilidad como Iglesia en África.

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