El papa Francisco ha recibido este sábado en audiencia a los miembros de la Comunidad Papa Juan XXIII, cuyo fundador, Oreste Benzi, “era un sacerdote que miraba a los niños y a los jóvenes con los ojos de Jesús, con el corazón de Jesús, y estando cerca de los que se portaban mal, de los que estaban desbandados, comprendía que les faltaba el amor de un padre y de una madre, el cariño de los hermanos”.
- OFERTA: Año nuevo, Vida Nueva: este 2023 suscríbete a la revista en papel todo el año por solo 99,99 euros
- PODCAST: Seminarios, a examen
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Francisco ha recordado a los presentes que “para Dios no somos anónimos, no somos fotocopias, ¡somos todos originales!”. “Dios nos conoce uno a uno, con nuestro nombre y nuestro rostro, que es único. Por supuesto, también tenemos nuestros límites; algunos de nosotros lamentablemente tenemos grandes limitaciones para llevar. Pero esto no resta valor a la persona: cada uno es único, son hijos o hijas de Dios, cada uno es hermano o hermana de Jesús, pero único”, ha añadido el Papa.
Así, Francisco ha explicado que “una comunidad cristiana que acoge a las personas tal como son ayuda a verlas como Dios las ve, que es con la mirada del amor”. Porque “Dios ve nuestros límites, es verdad, y nos ayuda a sobrellevarlos; pero Dios mira sobre todo al corazón, y ve a cada persona en su plenitud”.
La sonrisa como signo de amor
Además, Francisco ha apuntado que “hay signos que ponen de manifiesto cuando se acoge con amor a una persona, cuando se mira con la mirada de Dios a un niño, a una niña, pero también cuando una persona adulta de cualquier edad, es acogido con amor”. Y este signo no es otro que la sonrisa.
“Cuando un bebé recién nacido está en brazos de su madre, que lo mira y le sonríe, empieza a sonreír. Una sonrisa es una flor que florece en el calor del amor”, ha dicho el Papa.
