El Papa condena las ejecuciones en Irán y ve “inaceptable” que los talibanes impidan estudiar a las mujeres afganas

En su anual discurso al Cuerpo Diplomático llama al “desarme integral” que frene “la tercera guerra mundial de un mundo globalizado”

Como cada año por estas fechas, el papa Francisco se ha reunido esta mañana en audiencia con los representantes del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede y ha hecho un repaso por la situación mundial, llamando a “la paz en un mundo que ve cómo crecen las divisiones y las guerras”.



En ello, la diplomacia, anclada en la defensa de “la paz” y “la fraternidad humana, siempre desde “el diálogo” que “contribuye a construir”, es también una tarea que busca ser “un ejercicio de humildad, porque requiere sacrificar un poco de amor propio para entrar en relación con el otro, para comprender sus razones y puntos de vista, contraponiéndose así al orgullo y a la soberbia humana, causa de toda voluntad beligerante”.

Acuerdo con China

En este sentido, Bergoglio ha puesto en valor el gesto de la propia Santa Sede y la República Popular China, que “han acordado prorrogar por otro bienio la validez del Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los Obispos, estipulado en Pekín en 2018. Espero que esta relación de colaboración pueda desarrollarse en favor de la vida de la Iglesia católica y del bien del pueblo chino”.

El Pontífice, consciente de que este momento histórico es tan convulso como el que vivió Angelo Roncalli en 1963, ha conmemorado que este año “celebramos el 60º aniversario de la encíclica ‘Pacem in terris’, de san Juan XXIII, publicada poco menos de dos meses antes de su muerte”. Y es que, “en los ojos del ‘Papa bueno’, todavía estaba viva la amenaza de una guerra nuclear, provocada en octubre de 1962 por la así llamada crisis de los misiles de Cuba. La humanidad estaba a un paso de su propia extinción si no hubiesen sido capaces de hacer prevalecer el diálogo, conscientes de los efectos destructivos de las armas atómicas”.

Lamentablemente, “la amenaza nuclear es evocada todavía hoy, arrojando al mundo en el miedo y la angustia”. De ahí su reiteración en que, más allá de su uso o no, “la posesión de armas atómicas es inmoral”. Así pues, ya que “bajo la amenaza de las armas nucleares perdemos todos”, el Papa ha reconocido que “despierta una preocupación particular el estancamiento de las negociaciones acerca del reinicio del ‘Plan de Acción Integral Conjunto’, más conocido como ‘Acuerdo sobre el programa nuclear iraní’. Deseo que se pueda llegar cuanto antes a una solución concreta para garantizar un futuro más seguro”.

Muerte y destrucción en Ucrania

En este punto de su discurso, Francisco ha vuelto a recuperar una idea troncal de su pontificado: “Hoy está en curso la tercera guerra mundial de un mundo globalizado, en el que los conflictos parecen afectar directamente solo a algunas áreas del planeta, pero que implican sustancialmente a todos. El ejemplo más cercano y reciente es precisamente la guerra en Ucrania, con su reguero de muerte y destrucción; con los ataques a las infraestructuras civiles que llevan a las personas a perder la vida no sólo a causa de las bombas y de la violencia, sino también del hambre y el frío”.

Citando la ‘Gaudium et spes’, el Papa ha recordado que los ataques indiscriminados contra la población civil son “un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones”. De ahí su clamor “para que cese inmediatamente este conflicto insensato, cuyos efectos afectan a regiones enteras, incluso fuera de Europa, a causa de las repercusiones que esto tiene en el campo energético y en el ámbito de la producción de alimentos, sobre todo en África y en Oriente Medio”.

Bergoglio también ha tenido palabras para Siria, a la que ha definido como “una tierra atormentada”. Un drama que debe cerrarse “a través de las necesarias reformas, incluso constitucionales, en el intento de dar esperanza al pueblo sirio, afligido por una pobreza cada vez mayor, evitando que las sanciones internacionales impuestas tengan repercusiones sobre la vida cotidiana de una población que ya ha sufrido mucho”.

Desconfianza entre israelíes y palestinos

Después, ha lamentado “el aumento de la violencia entre palestinos e israelíes, con las consecuencias dramáticas de un gran número de víctimas y de una desconfianza total y recíproca. Particularmente golpeada ha sido Jerusalén, ciudad santa para los judíos, cristianos y musulmanes. La vocación inscrita en su nombre es la de ser la Ciudad de la Paz, pero, por desgracia, se ha convertido en escenario de enfrentamientos. Confío que pueda encontrar de nuevo esa vocación de ser lugar y símbolo de encuentro y de convivencia pacífica, y que el acceso y la libertad de culto en los Santos Lugares continúe siendo garantizado y respetado según el ‘status quo’”.

Aquí, el Pontífice ha reiterado la posición de la Santa Sede, deseando que “las autoridades del Estado de Israel y del Estado de Palestina [el Vaticano reconoce a Palestina como Estado desde el 2 de enero de 2016] puedan volver a encontrar el valor y la determinación para dialogar directamente a fin de implementar la solución de los dos estados en todos sus aspectos”.

A continuación, se ha referido a su próximo viaje, que tendrá lugar a finales de enero en República Democrática del Congo (“con el deseo de que cese la violencia en el este del país”) y Sudán del Sur, donde, junto al arzobispo de Canterbury y al moderador general de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, se unirá “al clamor de paz de la población” para desembocar en la definitiva “reconciliación nacional”.

‘Mapamundi de los conflictos’

En su repaso a un particular ‘mapamundi de los conflictos’, el Papa ha advertido sobre “la situación del Cáucaso meridional: exhorto a las partes a respetar el alto al fuego, reiterando que la liberación de los prisioneros militares y civiles sería un paso importante hacia el acuerdo de paz deseado”.

Sobre Yemen, ha aplaudido “la tregua alcanzada el pasado mes de octubre”, aunque ha lamentado que “tantos civiles siguen muriendo a causa de las minas”. Lo mismo que en Etiopía, “donde deseo que se continúe el proceso de pacificación y se refuerce el compromiso de la comunidad internacional para afrontar la crisis humanitaria que afecta al país”.

Una región que le preocupa especialmente es “África occidental, cada vez más afligida por la violencia del terrorismo. Pienso, en particular, en los dramas que viven las poblaciones de Burkina Faso, Malí y Nigeria, y espero que los procesos de transición en curso en Sudán, Malí, Chad, Guinea y Burkina Faso se desarrollen respetando las aspiraciones legítimas de las poblaciones implicadas”.

Myanmar y Corea

Respecto a Myanmar, “que ya desde hace dos años experimenta violencia, dolor y muerte”, ha reiterado a la comunidad internacional que debe “activarse para concretar los procesos de reconciliación”.

Su última mirada se ha puesto en “la península coreana, para la que deseo que no falten la buena voluntad y el compromiso por la concordia, a fin de construir la tan deseada paz y la prosperidad para todo el pueblo coreano”.

Tras este repaso a las tragedias que marcan nuestro mundo, Francisco ha llamado al “desarme integral” que frene “las consecuencias letales de un continuo recurso a la producción de nuevos y cada vez más sofisticados armamentos”.

La dignidad de la mujer

Otra reforma estructural es apostar, auténticamente, por la dignidad humana, sin excepciones: “A pesar de los compromisos asumidos por todos los estados de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales de cada persona, todavía hoy, en muchos países, las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase. Son objeto de violencia y de abusos, y se les niega la posibilidad de estudiar, de trabajar, de expresar sus propias capacidades, el acceso a los cuidados médicos e incluso a la comida. Sin embargo, allí donde los derechos humanos son plenamente reconocidos para todos, las mujeres pueden ofrecer una contribución propia e insustituible a la vida social y ser las primeras aliadas de la paz”. Un punto sobre el que volvería luego para citar expresamente Afganistán, donde muchas mujeres se están movilizando ante la decisión de los talibanes de prohibir que estudien.

Tras criticar “el presunto ‘derecho al aborto’”, reclamando a los gobernantes que “trabajen por tutelar los derechos de los más débiles y se erradique la cultura del descarte”, Bergoglio ha señalado que “el derecho a la vida también está amenazado allí donde se sigue practicando la pena de muerte, como está ocurriendo estos días en Irán, después de las recientes manifestaciones que piden un mayor respeto por la dignidad de las mujeres”.

Un argumento que el Pontífice argentino ha completado así: “La pena de muerte no puede ser utilizada para una presunta justicia de estado, puesto que esta no constituye un disuasivo, ni ofrece justicia a las víctimas, sino que alimenta solamente la sed de venganza. Hago, por tanto, un llamado para que la pena de muerte, que es siempre inadmisible pues atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, sea abolida de las legislaciones de todos los países del mundo. No podemos olvidar que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar”.

“Miedo a la vida”

Después, con la mirada especialmente puesta en Italia, ha alertado contra el aparente “miedo a la vida”, que se traduce en “un peligroso descenso de la natalidad, un verdadero invierno demográfico, que pone en peligro el futuro mismo de la sociedad”.

Sobre “los miedos, que se alimentan de la ignorancia y los prejuicios, y degeneran fácilmente en conflictos”, el mejor “antídoto” es “la educación”. Y más si esta “implica integrar los itinerarios de crecimiento humano, espiritual, intelectual y profesional, permitiendo a la persona liberarse de múltiples formas de esclavitud y afirmarse en la sociedad de modo libre y responsable. En este sentido, es inaceptable que una parte de la población pueda ser excluida de la educación, como está ocurriendo con las mujeres afganas”.

Volviendo a la “catástrofe educativa” actual, ha clamado con fuerza una respuesta real: “¡Que los estados tengan la valentía de invertir la vergonzosa y asimétrica proporción entre el gasto público reservado a la educación y los fondos destinados a los armamentos!”.

La libertad religiosa, amenazada

Sobre la libertad religiosa, amenazada en tantos contextos, el Papa ha resaltado que “aproximadamente un tercio de la población mundial vive en esta condición”. De hecho, “uno de cada siete cristianos es perseguido”.

Otra cara de la moneda son “los deplorables intentos por hacer un uso instrumental de la religión con finalidades meramente políticas. Esto es contrario a la perspectiva cristiana. (…) El cristianismo exhorta a la paz, porque exhorta a la conversión y al ejercicio de la virtud”.

Como ha remachado Francisco, en este tiempo convulso, “se puede hacer mucho bien juntos; basta con pensar en las loables iniciativas destinadas a reducir la pobreza, ayudar a los migrantes, contrarrestar el cambio climático, favorecer el desarme nuclear y ofrecer ayuda humanitaria”.

Totalitarismo ideológico

Eso sí, también “existe el riesgo de una deriva, que asume cada vez más el rostro de un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia respecto al que no adhiere a supuestas posiciones de ‘progreso’, que en realidad parecen conducir más bien a un retroceso general de la humanidad, al violar la libertad de pensamiento y de conciencia. Asimismo, se emplean cada vez más recursos para imponer, especialmente en relación a los países más pobres, formas de colonización ideológica, creando, por otra parte, un nexo directo entre la concesión de ayudas económicas y la aceptación de tales ideologías”.

Tras una última mención a las crisis que se viven hoy en Perú, Haití, Líbano o Brasil (ha improvisado respecto al texto que tenía escrito e incluido una breve alusión al golpe bolsonarista de horas antes, lamentando las “tensiones” y “formas de violencia” que “agudizan los conflictos sociales” y “debilitan la democracia”), el Papa ha concluido su discurso con un deseo: “Sería hermoso que alguna vez pudiéramos encontrarnos solamente para agradecer al Señor omnipotente por los beneficios que siempre nos concede, sin vernos obligados a enumerar las situaciones dramáticas que afligen a la humanidad”.

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